Friday, April 24, 2020

el lado oscuro de las cosas


Como cada mañana habían salido a pasear a los perros, cada uno llevaba de la correa a un bulldog francés de color negro, era medio día y la ciudad ya estaba plenamente despierta con su frenesí de coches y de gente corriendo de un lado a otro, esclavos de un reloj y de una vida que los consumía sin que se diesen cuenta, Asuka estaba preciosa esa mañana, en realidad estaba preciosa siempre porque sus ojos y su sonrisa irradiaban una luz que pocos mortales tenían y que pocos habían alcanzado a ver en su vida, pero esa mañana por algún motivo que escapaba de la comprensión de Shura la veía más preciosa que de costumbre, tal vez sería como brillaba su cara bañada por la luz del sol, o como le quedaban tan espectaculares aquellos pantalones vaqueros tan ajustados, o su sonrisa tan llena de magia y feliz por su nuevo corte de pelo, ese pelo negro como ala de cuervo hasta sus hombros, caminaba unos pasos tras ella y no podía quitarles los ojos a aquella criatura de la naturaleza, algo perturbó sus pensamientos, iban a pasar junto al bar donde un grupo de impresentables les molestaba cada día cuando pasaban justo por delante de ellos, decían cosas desagradables sobre los perros, o supuestos piropos maleducados que hacían enfadar a Asuka y que se mordía la lengua con mucho esfuerzo, y temía el día que no pudiese contener a sus demonios.
Lobo era más tranquilo y siempre iba con Shura, pero Salem era mucho más nervioso y casi tiraba de ella por la acera, aquella mañana se sentía feliz, estaba llena de una alegría y de una energía desbordante, incluso se sentía guapa cuando se miró al espejo antes de salir de casa, Shura le había cambiado la vida, ya no se sentía la misma mujer, había crecido por dentro en tantos sentidos que en ocasiones se sentía incluso inmortal, podría cumplir todos sus sueños si se lo proponía, no le importaba la diferencia de edad con Shura quince años no son nada, su alma temblaba y su cuerpo se derretía cuando le hablaba o le ponía las manos encima, entonces toda su alegría desapareció de golpe, estaba pasando junto al bar, por delante de aquellos ocho gilipollas de siempre, esta vez fueron un pasó más allá y a pesar de que Shura le insistiese en que no los mirase y los ignorara, ya no pudo morderse más la lengua, era la última vez que llamaban rata a Salem, era la última vez que la miraban como una puta barata, ya no aguantaba más comentarios sobre el tamaño de sus pechos.
_ ¿a ti que coño te pasa?, ¿tu madre no te abrazaba cuando eras niño?
_ a ti sí que me quiero abrazar, y a esas tetas, ¿verdad chicos?
_ atrévete y de la patada que te doy en los huevos los van a tener que ir a buscar a la luna.
_ ninguna zorra puede hablarme así ni a mí ni a ninguno de mis amigos, ¿quien te va a defender, el lisiado de tu marido?
_ te voy a reventar la cabeza, no necesito que nadie me defienda.
_ uuhh que valiente, te vamos a quitar la valentía una noche de estas, vamos a pasar los ocho por tus caderas verás como eres una gatita más dócil.
Justo en ese instante en el que los ojos de Asuka se llenaron de sangre y sus demonios se disponían a salir, Shura empujó al grupo de chicos y agarró a Asuka para que no se iniciase una pelea callejera que podría acabar muy mal, pusieron unos metros de distancia, y intercambiaron miradas llenas de odio, retadoras, y se insultaron y amenazaron los unos a los otros, Shura dejó que saliese de todo por la boca de Asuka, también él les dijo de todo a aquel grupo de hijos de puta, con el tan visto esto no quedará así se alejaron del bar y se fueron de vuelta a casa.
_ ¿Asuka que te digo siempre?
_ que los ignore, que no los mire.
_ a mi también me molesta lo que dicen, y me duele no defenderte.
_ tú eres mucho más frío Shura, tienes un control increíble, yo no soy así.
_ no podemos darles una excusa para que nos hagan daño, tenemos que evitar dentro de lo posible las peleas.
_ lo siento Shura no volverá a pasar.
_ no lo sientas, cada uno es como es, no pasa nada, no dejes que esos mongolos te amarguen el día.
Pero se lo amargaron, las sonrisas desaparecieron, estuvieron en casa casi todo el tiempo en silencio, cada uno encerrado en sus pensamientos, al llegar la noche estuvieron más de una hora abrazados mirando por la ventana como llovía a cantaros, en las noticias la chica del tiempo había dicho que estaban en alerta naranja por tormenta y fuertes lluvias, pasado un rato y ya con el cielo muy oscuro se besaron con un cariño y un amor infinitos y agarrados de la mano se fueron a dormir y a espantar sus demonios a la cama, pero los demonios estaban fuera sedientos de sangre y venganza y con los ojos llenos de odio.
Era de madrugada y la chica del tiempo lo había clavado, no dejaba de llover y la noche se presentaba asesina y con una ensalada sin fin de truenos y relámpagos, Asuka no podía dormir seguía disgustada, miraba a Shura dormir como un bendito, se agotaba fácilmente, la puta fibromialgia y la lesión de espalda lo dejaba agotado, ya no tenia la misma vitalidad que cuando lo conoció pero seguía teniendo un alma pura y hermosa que la enamoraba y la llenaba de paz, lo miraba dormir con ternura cuando un trueno enorme la sacó de su ensoñación, se asomó a la ventana un instante, fuera diluviaba y entonces lo vio, ocho demonios enmascarados con bates de beisbol y cadenas dispuestos para asaltar la casa. Se pintó los ojos con una sonrisa en los labios, nunca pensó que tendría que usar aquella ropa que el loco de Shura le había comprado ni que tendría que poner en practica sus conocimientos, se acercó a Shura y le besó la frente despertandolo sin querer, que al verla abrió los ojos como platos.
_ ¿que pasa? Adonde vas?
_ ha llegado la noche para la que estabamos preparados, te quiero.
Y desapareció en la oscuridad profunda de la casa, Shura dio un brinco y fue a la ventana, estaban saltando dentro de la casa, se fue la luz en la calle, estaban solos y a oscuras, el corazón se le iba a salir por la boca.
_ ¡Asuka! Asukaaaaa!!!!
Se puso aquella ropa sacada de una película, y sacó las armas que tanto tiempo tuvo escondidas, fuera se oían gritos, como se rompían los muebles, insultos, los perros corrieron tras Asuka y escucho un lamento moribundo, con aquellos truenos y aquella oscuridad nadie podría ir en su ayuda, armó las dos ballestas y atravesó el pecho de una sombra que se le venia encima, sabía que no era Asuka por el alboroto en la planta baja donde estaban haciendo pedazos el salón, con la otra ballesta la misma operación, dos menos, con la lanza y el escudo salió gritando al pasillo empujando con todas sus fuerzas al menos a dos cuerpos más, tropezó con algo y los tres cayeron por las escaleras desde la planta superior hasta casi el salón, juraría que había oído disparos pero los truenos sonaban y rugían aun más fuertes como un animal herido.
Asuka estaba en el salón, no pudo impedir que cuatro de ellos subieran a la planta de arriba, ni que golpearan hasta matarlos a Salem y a Lobo, los enfrentó a los cuatro que la rodeaban y que querían golpearla con barras de acero, cada vez que erraban un golpe rompían algo, el televisor, la mesa, el suelo estaba lleno de cristales, la oscuridad era su amiga no habían visto la espada samurai en sus manos, despachó a dos en un instante, el siguiente opuso más resistencia pero lo atravesó llena de cólera, le quedaba uno, reconocía aquellos ojos azules fríos como el hielo, por fin ese hijo de puta pagaría por sus pecados, pero tenía una pistola y al grito de puta vació el cargador por todo el salón mientras huía, sintió un calor en su piel como nunca antes había sentido, le había dado, aquel hijo de puta le había dado, y una rabia le recorría por la espalda.
La luz se hizo de repente en el salón, todo destrozado como si un huracán hubiese entrado por la ventana, era un campo de batalla de la serie juego de tronos, un estruendo en las escaleras hizo que los últimos disparos fuesen en esa dirección salvando la vida de Asuka que erguida y herida en un brazo miraba a su agresor oculto tras una máscara de bob esponja, tres hombres cayeron por las escaleras, uno con el corazón roto en dos por una lanza romana, otro se rompió el cuello, y un tercero con sangre en la cabeza se puso al lado de Asuka espada en mano.
No podía creerlo ante sus ojos aquella puta de tetas grandes y aquel viejo disfrazados con corazas de cuero y con espadas, cubiertos de sangre habían asesinado a sus amigos, debían de estar violandola salvajemente, sintio un pánico que no sabía que existía y disparaba con su pistola que no tenia balas.
Asuka y Shura se miraron, sonrieron y un brillo en sus ojos hizo que se movieran al mismo tiempo haciendo pedazos al demonio que fue al infierno equivocado.
Habían pasado varias semanas, aun había charcos en la ciudad, el ford fiesta azul salia muy de madrugada cargado de pesadas bolsas de basura por una ciudad que aun dormía, por las mañanas paseaban a los perros, dos mastines negros a los que llamaron Lobo y Salem en honor de sus hermanos, al pasar por el bar unos carteles buscaban a personas desaparecidas, hablaban de ello en las noticias y era la comidilla de todo el barrio, aun les dolia su cuerpo y sus heridas.
_ ¿estás bien asuka?
_ soy muy feliz Shura
_ ¿por que eres tan bonita?
_ porque te tengo a ti.
_ una bolsa más y ya está.
_ una bolsa más.
Y con el amor en la mirada, pasearon agarrados de la mano, siempre con un beso en los labios, llenando de risas esquinas y avenidas, ella con su nuevo color de pelo azul eléctrico y él perdido para siempre en el azul de su sonrisa.

antonio cintas anguas