Tuesday, July 20, 2021

bolas de dragón





Cuando me contaron la verdadera historia de los pitufos, una leyenda antigua como el mundo cuyo origen ya he olvidado, estupefacto me lo creí, Gargamel era un hechicero bueno y los pitufos eran los malos y tenían nombres como envidia, celos, y cosas así feas y como el hechicero era un santo pues quería atraparlos y salvar sobre todo a los niños de su pueblo para que los malvados pitufos no molestaran sus sueños o les hiciesen daño, fue raro, duro de asimilar, un pedacito de mi infancia destruido, pero ante las pruebas que me mostraron no había dudas, pero esta vez, lo de esta aventura en la que me había enrolado era ya una locura, de psiquiátrico, para que me encerraran por loco y arrojaran la llave a un agujero sin fondo, las bolas de dragón existen me comentaron los amigos de mi pandilla, una muy mala influencia desde muy niños según mi familia, y me contaron la verdadera historia de Goku, esta vez no me creí nada, nos citaron a una reunión donde un hombre rico y poderoso formó siete grupos, cada uno encargado de traer de vuelta una bola, tenían su capitán, sus pistas y su equipamiento, y pagaban una fortuna solo por irlas a buscar, si las encontrabas y las traías de vuelta te pagaban el triple, ¿y quien no quiere ser millonario?, todos tenemos sueños muy caros por cumplir, y familiares y amigos a los que nos gustaría poder ayudar con sus trampas y deudas, y así fue como me dejé embaucar y me fui a vivir una aventura que cuando regrese a casa nadie se creerá, eso suponiendo que podamos volver a casa, porque nadie regala el dinero y menos un hombre rico y poderoso y las pistas no te llevaban a ningún lugar y siempre había gente tratándote de matar y obtener una información valiosa para poderlas encontrar, porque no éramos los únicos en el mundo que las andaban buscando, había muchos hombres ricos pagando expediciones por cada rincón del planeta para poder ostentar un poder con el que gobernarlos a todos, me siento como los del señor de los anillos, yendo a un matadero por bobo por no saber decir que no, con lo bien y lo tranquilo que estaba yo en la comarca, jugando al candy con mi ordenador, escuchando los partidos del betis por la radio, y levantándome y acostándome de la cama a la hora que me daba la gana y todo listo y siempre dispuesto porque mami me trataba como un marajá, pero no, malos amigos, malas influencias, que querían el dinero para drogas y mujeres, vente no seas tonto, podrás comprar tu propia casa, podrás sacar a tu familia del barrio de mierda y peligroso donde viven, y cosas así me fueron comiendo la oreja y la moral y en una de las muchas broncas que tuve con mi padre lleno de ira agarré mis bártulos y me fui con este grupo de descerebrados a vivir la aventura de mi vida de la que con casi con toda seguridad no voy a salir con vida. Por supuesto que en dos años dando vueltas como tontos no encontramos la bola número tres que venía en nuestro mapa, donde murieron la mitad del grupo, donde ya no quería riquezas solo abrazar a mi madre y vivir en paz en mi casa, la última pista, o Dios, o el destino, porque creo que fue que nos perdimos nos hizo acabar en medio del desierto de Kavir donde nos estábamos cociendo como huevos y unos pajarracos feos y enormes no dejaban de darnos vueltas desde lo alto del cielo, lo primero que harán será beberse los jugos de tus ojos, que buena frase de motivación para no dejarte vencer y entregarte a la arena como mortaja de un sol abrasador, y así, sin querer, encontramos una especie de templo excavado en las paredes de una garganta, un refugio, un lugar donde descansar, pero para el asombro de todos justo encima del dintel de una puerta con la forma de un dragón enroscado podía distinguirse el dibujo en piedra de una bola de dragón, pues sí, parece que existen y estábamos a nada de encontrar una, tal vez no fuese la tres pero suponía que eso al hombre rico y poderoso le daría igual, podría volver a casa y con un poco de suerte con algo de dinero en los bolsillos. Entramos en el pasadizo y en dos pasos estábamos en una sala llena de columnas con pequeños relieves y unos dibujos o letras en un idioma extraño, al final tres o cuatro finas escaleras y una mujer que nos miraba desde lo alto como si nos estuviese esperando, la puerta se cierra a nuestras espaldas, una puerta pesada y de piedra, y la guarda con los brazos cruzados un tipo enorme y de mala cara tan fuerte y grande como un personaje de dibujos animados, la mujer es preciosa, una mujer con rasgos asiáticos, con el pelo de colores, rosa, morado, azul, y unos ojos grandes que me dejan embelesado, y una sonrisa rosa y amplia que parece de fina porcelana, y una túnica que cubre su cuerpo con grandes solapas rosas y ropajes negros con finas rayas blancas, soy Bulma dice que se llama, esto ya me suena a broma, oímos lo que tiene que contarnos, porque el capitán que es mi mala influencia Claudio le cuenta que buscamos las bolas de dragón, nos pregunta que sabemos de eso, y bueno lo que hemos visto en televisión, y se ríe, un ataque de risa que se oye retumbar en las bóvedas y muros, y nos llama pobres infelices, y nos cuenta una historia, a mi ya me importa un carajo todo, no sé que es lo que me pasa, no sabría explicarlo, solo tengo ojos para ella, solo la he visto cinco minutos y me he enamorado como si hubieran pasado cincuenta años y hubiese sido correspondido y acariciado por la magia de esos ojos que parecen dos universos en el rostro de un ángel blanco.

Soy Bulma, yo guardo el secreto de las bolas de dragón, yo concedo sus deseos, porque yo soy Shenron, habita en mí, las bolas las tengo yo, todo cuanto sabéis esta tergiversado o es medio mentira, existen algunas cosas, algunos nombres, algo de su fantasía, pero no son siete las bolas de dragón, siete son sus templos, escondidos en cada rincón del mundo, lo difícil no es encontrar las sietes bolas una a una, porque las siete bolas forman un collar que pende de mi cuello, lo difícil es encontrar el templo y que yo me encuentre en él, me habéis encontrado, habéis tenido suerte, o no, porque lo más difícil es salir de ellos, con o sin las bolas, con o sin deseos, uno de vosotros, porque solo puede ser de uno en uno, podrá convocar al dragón, solo él a través de mi cuerpo los puede hacer realidad si le apetece y le place, nadie puede darle ordenes, ni exigirle, para convocarlo tendrá que entrar conmigo en la terma con sus aguas y enfrentar al espejo, y sino superáis la prueba, el guardián de la puerta sí es como los dibujos animados y hará pedazos a golpes antes o después a todos y cada uno de vosotros, solo hay una única forma de salir con vida del templo, superar la prueba y que las bolas de dragón de mi cuello una a una hagan realidad los siete deseos.

Se quita la túnica, se desnuda, deja ver las siete bolas de dragón en el collar de su cuerpo, en su piel blanca como la leche, fina como la seda más suave con la que los ángeles tejen los sueños, se introduce en la terma de agua, invita al primero del grupo a seguirla, no le deja quitarse la ropa es un privilegio solo para ella, por un momento le da la espalda lleva el tatuaje de un dragón desde su cuello hasta donde la espalda pierde su nombre, y recita siete veces las palabras yo te invoco Shenlong comenzando con un susurro y acabando con un grito que hiela la sangre de los presentes, y grita entonces de dolor y el tatuaje se ilumina y crece, se desprende un dragón enorme y morado llena toda la sala y nos mira con sus ojos de pocos amigos y sus garras y sus dientes que no admite forasteros que lo molesten, Bulma se gira, nos devuelve su cara de ángel, sumisa, lleva de la mano al capitán ante un gran espejo de cristal oscuro color jade y un marco dorado desgastado y le pregunta suave, ¿a cuantas almas has salvado?, nadie ve nada en el espejo solo aquellos que están dentro de las aguas de la terma pueden observar lo que el espejo les ofrece, no has pasado la prueba dice Bulma agachando la cabeza, el dragón mira al guardián de la puerta que en un visto y no visto ha sacado del agua al capitán y le ha dado una lluvia de golpes que los ojos humanos no pueden alcanzar a ver, queda un despojo humano que Shenlong convierte en cenizas con el fuego de su aliento, y así vamos pasando uno a uno los nueve del grupo, los ocho, el noveno soy yo, el último que queda, muerto de miedo, he visto morir ante mis ojos a todos mis compañeros, de cerca Bulma es aún más hermosa, que belleza, no me reconozco, no soy yo, ha sido verla y perder la cabeza, me sostiene de la mano y me lleva frente al espejo y mi corazón se acelera, no puedo apartar los ojos de los ojos de su cara y de esos labios finos y rosas que me sonríen con un aire de tristeza, cuando te preguntan el espejo muestra cuantas almas murieron por lo que hiciste o dijiste o dejaste de hacer o decir y cuantas almas se salvaron por lo mismo por una huella tuya en su camino de la vida, y ufff yo no he salvado a nadie en mi vida y tienes que haber salvado al menos a siete almas para conseguir las bolas de dragón o superar otra prueba, ¿a cuantas almas has salvado?, y el cristal del espejo cobra vida, y se ven cientos de personas, algunas las conozco a otras no, algunos son niños de cuando yo era niño, y así van pasando ante mis ojos situaciones, miradas, frases que nunca dije y que esperaban, frases que sí que dije y sacaron una sonrisa, es como estar en el cine viendo una película un poco rara, ya estoy esperando que el guardián de la puerta me de la madre de todas las palizas, pero Bulma está llorando, me mira con el rostro bañado en lágrimas, mira a Shenlong, es un ser de luz le dice, me mira con sus lágrimas rodando por sus mejillas, eres un ser de luz, eres Son Gohan.

 

– Soy Adriano y vivo en un barrio chungo de Sevilla, en España.

 

- No mi amor eres Son Gohan.

 

– No señorita soy Adriano.

 

– Mi vida, ese es el castigo por nuestros pecados, trata de recordar, ya estuvimos ante el dragón, ante su espejo, no en este templo, en otro de un país lejano de cuyo nombre no quiero acordarme, pasé primero yo la prueba, pero mis deseos eran codiciosos, trata de recordar, éramos jóvenes, codiciosos, egoístas, violentos, nos creímos dioses, queríamos todo sin esfuerzo, fuimos violentos y crueles sin motivo y nuestros siete deseos eran alguno que otro un poco perverso, Shenlong que ostentaba el collar de las bolas de dragón no me concedió ninguno y se disponía a castigarme, tú pasaste la prueba y tus deseos eran salvarme, pero tenías el corazón lleno de ira y de venganza, pero por el amor que nos teníamos no nos quitó la vida, y nos castigó de otro modo hasta que nuestras almas volvieran a estar limpias, me hizo inmortal porque se metió dentro de mi como puedes ver en el tatuaje de mi espalda, mi castigo es no poder salir de los templos, ver morir a los hombres que buscan las bolas, soñarte y no poder tenerte, amarte y no poder buscarte, que en estos siglos nuestros ojos se hayan encontrado y no se hayan reconocido, o no me hayas reconocido, o me hayas tomado por una loca, y verte morir una vez tras otra, mi castigo es estar aquí hasta el fin de los tiempos, hasta que el dragón quiera o alguien sea capaz de liberarme, tu castigo fue olvidarme, sentir un gran amor en el pecho y no ser nunca correspondido, ser siempre pobre, un niño y un hombre débil y enfermo, buscar las bolas del dragón y el amor sin conseguirlo, sufrir dolores en el alma, en el corazón y emocionales, tener pesadillas sin saber el motivo, pero estás aquí, esta vez estás vivo, podemos estar juntos, veo en tus ojos que no me recuerdas y eso duele, pero confía en mí es lo único que te pido, y que la última bola, el último deseo sea mío, no necesitas pedir los deseos en voz alta, solo mira mis ojos, yo leeré tus pensamientos, bueno yo no, Shenlong a través de mí, las bolas irán cayendo al agua una a una cuando se te vayan concediendo, la última será para mí, prométeme eso, no te pido que lo entiendas.

 

– Así será, te lo prometo, con un deseo ya me basta, con seis ya son muchos, podría dejarte hasta más bolas si me lo pides.

 

– Solo pido la última.

 

– Tuya es.

 

La miro a los ojos, no puedo concentrarme, pero su mirada me llena de una paz que no había sentido nunca antes, respiro profundo, las bolas de dragón del collar se van desprendiendo, caen al agua, al fondo, a los pies de Bulma que me mira y sonríe, que me calma con la luz de sus ojos, que me mira y juro que siento como me acaricia el alma, ya solo queda una bola en el collar de su cuello, agarra mis mejillas con ambas manos y me da un beso, y es tan bonito y tan tierno que cierro los ojos y siento que vuelo, una luz blanca y cegadora inunda la sala, Bulma me abraza, su boca no deja de besar mis labios, con hambre atrasada, con un amor y un cariño infinito, para cuando se separa y consigo abrir los ojos, me está mirando con una sonrisa radiante en los labios, el templo ha desaparecido, ya no estoy en el desierto de un país lejano, estoy en un parque que me resulta familiar, rodeado de sus árboles y jardines, su deseo fue dejar salir a Son Gohan y ahora me siento extraño, es como dos almas, dos corazones, dos personas en un mismo cuerpo, ya no estoy enfermo, han desaparecido mis dolores, mis padres viven en un barrio mejor, en uno tranquilo y obrero, yo tengo una casa y algunos deseos más que se cumplieron, pero mi mayor tesoro, mi mejor deseo, fue regresar a casa, y aunque no tuviera los bolsillos llenos de dinero era el hombre más rico de todos, porque mis manos vacías se llenaron de las manos de Bulma, mañana, tarde y noche, durmiendo y de paseo, y nunca me faltó un abrazo lleno del calor de su pecho, ni la luz de sus ojos llenos de un amor mágico, ni la poesía y la aventura que se siente cuando sus labios me dan un beso.

 

 

 

 

 

 

 

Antonio cintas anguas

mapashito

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