Tuesday, July 06, 2021

la casa de caramelo

 



De todos tus encantos, lo más sensual, el hechizo más mágico, es la curva de tu sonrisa, que sonríes y se postran a tus pies ricos y pobres, reyes y vagabundos, pecadores y santos, y tú los acaricias a todos, sean más o menos humildes, los acaricias con tu risa y creen en el cielo y en las hadas y en los ángeles celestiales y en la luz única de tu mirada, de todos tus encantos el que más enamora es la sonrisa de tu alma, esa que no ve casi nadie, que es un tesoro escondido en ese corazón tuyo tras las almenas de un alto castillo, bajo tu coraza, y quien te ve desnuda vestida tan solo con tus alas de plata se da cuenta que la poesía tiene forma de mujer tiene el color de tus labios y lleva el calor de tu piel.

 

La luna con su luz le pintaba alas en la espalda, y era yo el que agarrado de su mano por la luz de su sonrisa y su mirada volaba, caminando por las calles vacías de una ciudad dormida, que prestaba sus luces amarillas con sus multitud de farolas a cada paso que tras su sombra mi sombra daba, estaba enamorado, ella era más que un sueño, sentía que era poesía, hablaba sin parar en el silencio de la noche y yo no la dejaba de escuchar su voz y el sonido de su risa amplificada por los muros y los millones de ventanas que despiertas o dormidas en silencio nos miraban, mientras mi imaginación le daba abrazos y besos encendidos de amor en cada esquina, mientras mi imaginación pensaba que el poema de su cuerpo necesitaba de la tinta de mis besos, mi alma y mi corazón, ambos en llamas querían contar insomnios en su cuerpo, escuchando las historias y los sonetos que tenían que contar sus lunares, sus pecas, sus pestañas, sus cicatrices, su piel suave y tersa, su piel caña de azúcar morena y de nácar, su piel de purpurina o polvo de estrellas que dejan escapar las hadas o los ángeles entre sus alas, pensaba que la magia no existía y ahora es todo cuanto veo cada vez que la miro, es tan bonita que tanta belleza no puede ser de este mundo, cada vez que la veo sonreír no sé quien de los dos es más feliz, su sonrisa es como un gol en el último segundo de la última jugada del partido, es como un libro que no me canso de leer, hace un calor sofocante y pegajoso, lleva la ropa pegada al sudor de su cuerpo como una segunda piel, y mis hormonas me están volviendo loco, se ve preciosa con esa blusa de tirantes de color blanco que a veces usa a modo de top y esos pantalones vaqueros tan cortos dejando ver el calor de sus muslos que son preciosos, estamos un poco pasados de copas, fuimos de bar en bar, de pub en pub, de discoteca en discoteca, ha bebido como no tiene costumbre, y ha bailado sin parar, como una loca, siendo el centro de atención de todas las miradas, sudando y moviendo sus caderas como una bruja, como una diosa, un hechizo hipnótico que te atrapa, que te sube la temperatura y que no puedes dejar de mirar, nunca la vi tan feliz y tan radiante como en esta noche donde el cielo ha prestado sus mejores estrellas, ha terminado el curso y es tan inteligente y lista que lo ha superado con nota, casi todo sobresalientes y notables, vive sola, en un apartamento pequeño que le paga el padre y al que no se permiten visitas, es un hombre serio chapado a la antigua un militar de alto rango donde ella es su única hija, su ojito derecho, su princesa, tiene un carácter fuerte y algo violento el hombre y Sara le tiene miedo porque sospecha que la espía y que le espanta o amenaza a los amigos con su pistola, tuvo una educación casi castrense, muy clásica y esta noche se ha soltado quiere vivir una vida o una experiencia diferente, no sé cuantas horas llevamos caminando he perdido la cuenta, Sara no quiso coger un taxi, le apetecía caminar y perder la borrachera con la brisa del camino, pero ironía del destino no corre ni una chispa de brisa hace una noche bochornosa y estamos sudando a chorros, pero Sara es feliz, ríe y habla y el eco de su voz retumba por cada calle, entre los coches, entre todas esas ventanas apagadas, yo solo tengo ojos para ella, es preciosa, un ángel del cielo, la princesa de los ángeles que tino tuvo su padre al ponerle el nombre, Sara de los Ángeles, ya hemos llegado a ese pasadizo ancho que queda  a pocos pasos del portal del edificio donde vive, me abraza, pone su cabeza en mi hombro, no lo sabe pero me derrite, me voltea, me abraza sin esperarlo y me besa, sus labios arden y los míos queman, nos besamos un rato largo, tan sensual y bonito que pierdo la noción del tiempo, porque no soy capaz de pensar en nada más que vivir ese sueño, se aprieta contra mi cuerpo, siento la humedad de su piel como se pega a mi sudor y ardemos al mismo tiempo, como agarra mi mano y la baja por debajo de su cintura y la posa en su culo, y su lengua inunda mi boca, y siento los botones de sus pechos clavándose en mi pecho y yo ya no sé si sueño o si estoy despierto.

 

- ¿Vas a subir?

 

- ¿Y tu padre?

 

– Estoy sola.

 

- ¿Y si viene por sorpresa como me cuentas?

 

– Que venga y nos descubra, que haga conmigo lo que quiera, que me mate o me lleve a un convento de monjas, quiero saber que se siente al ver tus ojos al despertar, quiero dormir con mi cabeza en tu pecho y oír los latidos de tu corazón, sentir como me abrazas, las caricias suaves de tus dedos en mi espalda, quiero sentir por una vez en la vida que se siente al tener un amanecer romántico con la persona a la que amas, tener los besos de buenos días más dulces, tener una sonrisa de felicidad en mi cara que duré toda la noche.

 

- ¿Estás segura?

 

- ¿No quieres subir?

 

– Claro que quiero.

 

- ¿Y qué estás pensando?

 

- Estaba pensando en ti, y ya sabes lo que pasa se me excita el alma.

 

 

Fui hasta tu habitación, a ese rincón que me tenías preparado, justo a tu lado, con tu camisón negro lleno de dibujos de besos de carmín rojo casi tan bonitos como el carmín de tus labios, compartiendo tu cama, entre sonrisas medio tímidas y picaras, así nos arropamos, así nos envolvimos de la oscuridad, y tú sonrisa y tu piel lo llenaron todo de luz, nuestros cuerpos se rozaban en un baile a ratos suave, a ratos frenético, te volviste, durante un par de segundos, me miraste, comenzamos a besarnos, sin descanso, besos de todas las clases y tamaños, devorándonos el uno al otro, mientras nuestras manos se perdían en un millón de caricias, y así, incendiando nuestros cuerpos de deseo, vi tu cuerpo desnudo entre ese mar de sábanas arrugadas, te pusiste encima, tímida, temerosa, te pegaste mucho a mi pecho tratando de ocultar tu cuerpo desnudo a la luz de mis ojos, y poco a poco, desataste a la fiera y a la mujer que vivía atada a tus entrañas, te desataste y volaste sobre mí con las alas de plata que brillaban en el sudor de tu espalda por un cielo que solo podían ver nuestros ojos porque tú eres un ángel, mitad ángel y mitad demonio, me poseías, me hacías el amor, entre las caricias tuyas y mías, entre nuestros besos, de forma salvaje entre gritos y gemidos, o de un modo tierno entre risas de chiquillos, no tardó en salir fuera todo el deseo y todo el fuego que llevabas dentro, rompiste el silencio de la habitación con tus gemidos, con tus jadeos, me poseías, cabalgabas sobre mí, con furia, con todas tus ganas, erguida sobre mí mirando al techo con la mirada perdida en un mundo de placer que ninguno de los dos conocía y que estábamos descubriendo, mientras mis manos acariciaban tus pechos, me amabas, como no me amarán nunca, dejando claro, que era tuyo, que te pertenecía, que yo era tu poeta y tú mi poesía, acaricio tu cara, con mis manos, con mis dedos, con toda la dulzura que día a día has ido llenando en el almacén sin fondo que es mi alma, mi alma que es tuya, tu reino, tu castillo, como también es tuyo mi corazón con todos y cada uno de sus latidos, acaricio tu cara, tu pelo, te sonrió, miro a tus ojos y te beso, mi boca se llena de tu boca, se llena de ti, nuestros cuerpos se mueven, chocan como las olas, un mar de aguas cálidas, me lleno de tu pasión, de tus besos suaves como la espuma, navego sobre ti, en ti, en un loco y pausado vaivén, nado y nadas, me hundo en tu cuerpo, en tu cuerpo que se entrega, me ama, me abraza, un mar de sábanas blancas, una brisa formada por tus suspiros y mis suspiros, ponía limite a las curvas de tu cuerpo, a mi fantasía con tu imagen de mujer, un sol, una luna, nubes blancas que son tu sonrisa, estrellas que nacen, mueren, renacen y tintinean dentro de tus ojos, un sol, una luna, un cielo que acaricia nuestros cuerpos en un océano que son mis caricias y las tuyas, amarte a ti, hizo gemir a toda mi locura y a toda mi puta poesía.

Se nos hizo de día porque estuvimos hasta muy tarde caminando por las calles ebrios de libertad y soñando fantasías en voz alta, abrazando ese amor casi adolescente de la primera vez, de los primeros besos ardientes, de las primeras caricias prohibidas, nos destruimos, nos hicimos polvo y cenizas en esa hora bruja donde el color del cielo no es de noche y no es de día, donde aún todos duermen y son pocos los que despiertan para empezar la jornada laboral de su día, donde con los primeros orgasmos se apagaron todas las farolas que nos vieron recorrer nuestra piel con miradas que tocaban y dejaban marcas y huella en la piel, luego más tarde fueron los pájaros con sus cantos matinales los que ocultaron el sonido de dos almas que gemían sintiendo un placer y un amor que no conocían, ahora todo es calma, ha pasado la tormenta de poemas y canciones de dos corazones románticos que se tocaban la piel del alma y de sus cuerpos como si fuesen un lienzo en blanco o las cuerdas de una guitarra, todo es silencio en estas pequeñas y estrechas paredes, Sara duerme con una sonrisa tan hermosa que ni botticelli fue capaz de plasmar en ninguna de sus pinturas, fuera, asomado a la ventana se ve una ciudad despierta y ruidosa que no sabe que hicimos anoche entre sus aceras sin gente y en esta pequeña casa de Hansel y Gretel, porque ahora es en nuestro recuerdo la casa de caramelo, ella será por siempre mi bruja, y yo su lobo, siempre hambriento de los poemas de sus lunares que aullará cada vez que sus dedos suaves y sus labios dulces me toquen.

De todos tus encantos, lo más sensual, el hechizo más mágico, es la curva de tu sonrisa, que sonríes y se postran a tus pies ricos y pobres, reyes y vagabundos, pecadores y santos, y tú los acaricias a todos, sean más o menos humildes, los acaricias con tu risa y creen en el cielo y en las hadas y en los ángeles celestiales y en la luz única de tu mirada, de todos tus encantos el que más enamora es la sonrisa de tu alma, esa que no ve casi nadie, que es un tesoro escondido en ese corazón tuyo tras las almenas de un alto castillo, bajo tu coraza, y quien te ve desnuda vestida tan solo con tus alas de plata se da cuenta que la poesía tiene forma de mujer tiene el color de tus labios y lleva el calor de tu piel.

 

Antonio cintas anguas

mapashito

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