la casa de caramelo
De todos tus encantos, lo más
sensual, el hechizo más mágico, es la curva de tu sonrisa, que sonríes y se
postran a tus pies ricos y pobres, reyes y vagabundos, pecadores y santos, y tú
los acaricias a todos, sean más o menos humildes, los acaricias con tu risa y
creen en el cielo y en las hadas y en los ángeles celestiales y en la luz única
de tu mirada, de todos tus encantos el que más enamora es la sonrisa de tu alma,
esa que no ve casi nadie, que es un tesoro escondido en ese corazón tuyo tras
las almenas de un alto castillo, bajo tu coraza, y quien te ve desnuda vestida
tan solo con tus alas de plata se da cuenta que la poesía tiene forma de mujer
tiene el color de tus labios y lleva el calor de tu piel.
La
luna con su luz le pintaba alas en la espalda, y era yo el que agarrado de su
mano por la luz de su sonrisa y su mirada volaba, caminando por las calles vacías
de una ciudad dormida, que prestaba sus luces amarillas con sus multitud de
farolas a cada paso que tras su sombra mi sombra daba, estaba enamorado, ella
era más que un sueño, sentía que era poesía, hablaba sin parar en el silencio
de la noche y yo no la dejaba de escuchar su voz y el sonido de su risa
amplificada por los muros y los millones de ventanas que despiertas o dormidas
en silencio nos miraban, mientras mi imaginación le daba abrazos y besos
encendidos de amor en cada esquina, mientras mi imaginación pensaba que el
poema de su cuerpo necesitaba de la tinta de mis besos, mi alma y mi corazón,
ambos en llamas querían contar insomnios en su cuerpo, escuchando las historias
y los sonetos que tenían que contar sus lunares, sus pecas, sus pestañas, sus
cicatrices, su piel suave y tersa, su piel caña de azúcar morena y de nácar, su
piel de purpurina o polvo de estrellas que dejan escapar las hadas o los
ángeles entre sus alas, pensaba que la magia no existía y ahora es todo cuanto
veo cada vez que la miro, es tan bonita que tanta belleza no puede ser de este
mundo, cada vez que la veo sonreír no sé quien de los dos es más feliz, su
sonrisa es como un gol en el último segundo de la última jugada del partido, es
como un libro que no me canso de leer, hace un calor sofocante y pegajoso,
lleva la ropa pegada al sudor de su cuerpo como una segunda piel, y mis
hormonas me están volviendo loco, se ve preciosa con esa blusa de tirantes de
color blanco que a veces usa a modo de top y esos pantalones vaqueros tan
cortos dejando ver el calor de sus muslos que son preciosos, estamos un poco
pasados de copas, fuimos de bar en bar, de pub en pub, de discoteca en
discoteca, ha bebido como no tiene costumbre, y ha bailado sin parar, como una
loca, siendo el centro de atención de todas las miradas, sudando y moviendo sus
caderas como una bruja, como una diosa, un hechizo hipnótico que te atrapa, que
te sube la temperatura y que no puedes dejar de mirar, nunca la vi tan feliz y
tan radiante como en esta noche donde el cielo ha prestado sus mejores
estrellas, ha terminado el curso y es tan inteligente y lista que lo ha
superado con nota, casi todo sobresalientes y notables, vive sola, en un
apartamento pequeño que le paga el padre y al que no se permiten visitas, es un
hombre serio chapado a la antigua un militar de alto rango donde ella es su
única hija, su ojito derecho, su princesa, tiene un carácter fuerte y algo
violento el hombre y Sara le tiene miedo porque sospecha que la espía y que le
espanta o amenaza a los amigos con su pistola, tuvo una educación casi
castrense, muy clásica y esta noche se ha soltado quiere vivir una vida o una
experiencia diferente, no sé cuantas horas llevamos caminando he perdido la
cuenta, Sara no quiso coger un taxi, le apetecía caminar y perder la borrachera
con la brisa del camino, pero ironía del destino no corre ni una chispa de
brisa hace una noche bochornosa y estamos sudando a chorros, pero Sara es
feliz, ríe y habla y el eco de su voz retumba por cada calle, entre los coches,
entre todas esas ventanas apagadas, yo solo tengo ojos para ella, es preciosa,
un ángel del cielo, la princesa de los ángeles que tino tuvo su padre al
ponerle el nombre, Sara de los Ángeles, ya hemos llegado a ese pasadizo ancho
que queda a pocos pasos del portal del
edificio donde vive, me abraza, pone su cabeza en mi hombro, no lo sabe pero me
derrite, me voltea, me abraza sin esperarlo y me besa, sus labios arden y los
míos queman, nos besamos un rato largo, tan sensual y bonito que pierdo la
noción del tiempo, porque no soy capaz de pensar en nada más que vivir ese
sueño, se aprieta contra mi cuerpo, siento la humedad de su piel como se pega a
mi sudor y ardemos al mismo tiempo, como agarra mi mano y la baja por debajo de
su cintura y la posa en su culo, y su lengua inunda mi boca, y siento los
botones de sus pechos clavándose en mi pecho y yo ya no sé si sueño o si estoy
despierto.
-
¿Vas a subir?
-
¿Y tu padre?
–
Estoy sola.
-
¿Y si viene por sorpresa como me cuentas?
–
Que venga y nos descubra, que haga conmigo lo que quiera, que me mate o me
lleve a un convento de monjas, quiero saber que se siente al ver tus ojos al
despertar, quiero dormir con mi cabeza en tu pecho y oír los latidos de tu
corazón, sentir como me abrazas, las caricias suaves de tus dedos en mi
espalda, quiero sentir por una vez en la vida que se siente al tener un amanecer
romántico con la persona a la que amas, tener los besos de buenos días más
dulces, tener una sonrisa de felicidad en mi cara que duré toda la noche.
-
¿Estás segura?
-
¿No quieres subir?
–
Claro que quiero.
-
¿Y qué estás pensando?
-
Estaba pensando en ti, y ya sabes lo que pasa se me excita el alma.
Fui hasta tu habitación, a
ese rincón que me tenías preparado, justo a tu lado, con tu camisón negro lleno
de dibujos de besos de carmín rojo casi tan bonitos como el carmín de tus
labios, compartiendo tu cama, entre sonrisas medio tímidas y picaras, así nos
arropamos, así nos envolvimos de la oscuridad, y tú sonrisa y tu piel lo
llenaron todo de luz, nuestros cuerpos se rozaban en un baile a ratos suave, a
ratos frenético, te volviste, durante un par de segundos, me miraste,
comenzamos a besarnos, sin descanso, besos de todas las clases y tamaños,
devorándonos el uno al otro, mientras nuestras manos se perdían en un millón de
caricias, y así, incendiando nuestros cuerpos de deseo, vi tu cuerpo desnudo
entre ese mar de sábanas arrugadas, te pusiste encima, tímida, temerosa, te
pegaste mucho a mi pecho tratando de ocultar tu cuerpo desnudo a la luz de mis
ojos, y poco a poco, desataste a la fiera y a la mujer que vivía atada a tus
entrañas, te desataste y volaste sobre mí con las alas de plata que brillaban
en el sudor de tu espalda por un cielo que solo podían ver nuestros ojos porque
tú eres un ángel, mitad ángel y mitad demonio, me poseías, me hacías el amor,
entre las caricias tuyas y mías, entre nuestros besos, de forma salvaje entre
gritos y gemidos, o de un modo tierno entre risas de chiquillos, no tardó en
salir fuera todo el deseo y todo el fuego que llevabas dentro, rompiste el
silencio de la habitación con tus gemidos, con tus jadeos, me poseías,
cabalgabas sobre mí, con furia, con todas tus ganas, erguida sobre mí mirando al
techo con la mirada perdida en un mundo de placer que ninguno de los dos
conocía y que estábamos descubriendo, mientras mis manos acariciaban tus
pechos, me amabas, como no me amarán nunca, dejando claro, que era tuyo, que te
pertenecía, que yo era tu poeta y tú mi poesía, acaricio tu cara, con mis
manos, con mis dedos, con toda la dulzura que día a día has ido llenando en el
almacén sin fondo que es mi alma, mi alma que es tuya, tu reino, tu castillo,
como también es tuyo mi corazón con todos y cada uno de sus latidos, acaricio
tu cara, tu pelo, te sonrió, miro a tus ojos y te beso, mi boca se llena de tu
boca, se llena de ti, nuestros cuerpos se mueven, chocan como las olas, un mar
de aguas cálidas, me lleno de tu pasión, de tus besos suaves como la espuma,
navego sobre ti, en ti, en un loco y pausado vaivén, nado y nadas, me hundo en
tu cuerpo, en tu cuerpo que se entrega, me ama, me abraza, un mar de sábanas
blancas, una brisa formada por tus suspiros y mis suspiros, ponía limite a las
curvas de tu cuerpo, a mi fantasía con tu imagen de mujer, un sol, una luna,
nubes blancas que son tu sonrisa, estrellas que nacen, mueren, renacen y
tintinean dentro de tus ojos, un sol, una luna, un cielo que acaricia nuestros
cuerpos en un océano que son mis caricias y las tuyas, amarte a ti, hizo gemir
a toda mi locura y a toda mi puta poesía.
Se nos hizo de día porque
estuvimos hasta muy tarde caminando por las calles ebrios de libertad y soñando
fantasías en voz alta, abrazando ese amor casi adolescente de la primera vez,
de los primeros besos ardientes, de las primeras caricias prohibidas, nos
destruimos, nos hicimos polvo y cenizas en esa hora bruja donde el color del
cielo no es de noche y no es de día, donde aún todos duermen y son pocos los
que despiertan para empezar la jornada laboral de su día, donde con los
primeros orgasmos se apagaron todas las farolas que nos vieron recorrer nuestra
piel con miradas que tocaban y dejaban marcas y huella en la piel, luego más
tarde fueron los pájaros con sus cantos matinales los que ocultaron el sonido
de dos almas que gemían sintiendo un placer y un amor que no conocían, ahora
todo es calma, ha pasado la tormenta de poemas y canciones de dos corazones
románticos que se tocaban la piel del alma y de sus cuerpos como si fuesen un
lienzo en blanco o las cuerdas de una guitarra, todo es silencio en estas
pequeñas y estrechas paredes, Sara duerme con una sonrisa tan hermosa que ni
botticelli fue capaz de plasmar en ninguna de sus pinturas, fuera, asomado a la
ventana se ve una ciudad despierta y ruidosa que no sabe que hicimos anoche
entre sus aceras sin gente y en esta pequeña casa de Hansel y Gretel, porque
ahora es en nuestro recuerdo la casa de caramelo, ella será por siempre mi
bruja, y yo su lobo, siempre hambriento de los poemas de sus lunares que aullará
cada vez que sus dedos suaves y sus labios dulces me toquen.
De todos tus encantos, lo más
sensual, el hechizo más mágico, es la curva de tu sonrisa, que sonríes y se
postran a tus pies ricos y pobres, reyes y vagabundos, pecadores y santos, y tú
los acaricias a todos, sean más o menos humildes, los acaricias con tu risa y
creen en el cielo y en las hadas y en los ángeles celestiales y en la luz única
de tu mirada, de todos tus encantos el que más enamora es la sonrisa de tu alma,
esa que no ve casi nadie, que es un tesoro escondido en ese corazón tuyo tras
las almenas de un alto castillo, bajo tu coraza, y quien te ve desnuda vestida
tan solo con tus alas de plata se da cuenta que la poesía tiene forma de mujer
tiene el color de tus labios y lleva el calor de tu piel.
Antonio cintas anguas
mapashito
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