este sueño
El
tiempo era muy agradable, atrás quedaba el frío de los meses de invierno, la
primavera llegó pisando fuerte, las flores habían explotado de un día para otro
llenando todo de color y de aromas, los pájaros no dejaban de cantar, y el
cuerpo pedía calle y cerveza bien fría, Rodrigo sonreía al pensar en Jimena,
que seguro venía con prisas, y no tardó en verla llegar, corriendo por la
avenida, tan espectacular como cuando se conocieron de jóvenes, seguía siendo
tan hermosa como siempre, tan espectacular a sus ojos, con su blusa negra y sus
vaqueros azules, con el pelo largo rubio y desordenado al viento, con un carmín
rojo en los labios que despertaban las ganas de robarle un beso.
-Rodrigo
perdona el retraso olvidé por completo que cambiaron la hora
-me lo
he imaginado Jimena no pasa nada no te preocupes a todos nos ha pasado alguna
vez
-¿llevas
mucho rato esperando?
-no
pasa nada, te pedí una cerveza, descansa que vienes corriendo
-eres
un amor, gracias la necesitaba, uff que calor hace hoy
-¿puedo
preguntarte algo intimo y personal Jimena?
-claro
que puedes, son muchos años de confianza
-¿por
qué eres tan guapa?
-que
cosas me dices
Y se
besaron, sin importarles que las calles estuviesen abarrotadas de gente y que
millones de ojos se le pudieran quedar mirando, Rodrigo le raspaba un poco con
su barba y le hacia cosquillas con su bigote en el cuello, Jimena lo miraba a
los ojos y dejaba el rojo de su carmín en los labios de su amado, besos con
sabor a cerveza de dos locos enamorados que se tenían ganas
-¿Rodrigo
ves las casas del cerro?
-sí las
veo
-me
gustan esas casas, me gusta ese cerro, la naturaleza y el silencio que la rodea
-tal
vez algún día podamos vender el piso y comprarnos una
-sí me
encantaría, y podría tener un perrito
-y un
jardín donde plantar flores y un naranjito o un limonero
-que
bonito es soñar Rodrigo
-tú sí
que eres bonita Jimena
Caminaron
largo rato agarrados de la mano, el cielo había cambiado de color, la ciudad
había mudado su piel, el alumbrado público acababa de despertar, compraron una
botella de vino, la noche aunque tibia parecía anunciar que sería calurosa,
Jimena no dejaba de reír y de sonreír nerviosa, estaba muy activa y revoltosa
llena de una energía inagotable y Rodrigo no podía dejar de mirarla porque
sentía que vivía en su sonrisa
-voy a
ponerme cómoda ve sirviendo el vino
-¿y las
niñas jimena?
-están
en Vivar en la casa de campo con los crios
-guau
me encanta esa blusa
-gracias,
ya sé que es muy escotada
-me
encanta la blusa pero tú más
-bebe
más vino cariño
-solo
puedo tomar una copa si bebo dos me emborracho y no tienes que emborracharme si
quieres abusar de mi, por ti me dejo
-a mí
me pasa lo mismo Rodrigo me emborracho enseguida y tú tampoco tienes que
emborracharme para abusar de mi, me dejo
-estás
hoy intensa y traviesa
-lo sé,
no sé que me pasa, estoy atrevida y descarada
-no te
cortes, son muchos años juntos me gusta cuando eres tú
Rodrigo
se tendió en la cama a estirar su espalda tantas horas descargando pesadas
cajas llenas de libros le estaban pasando factura a su columna, Jimena se puso
encima la blusa y el escote dejaban todo a la vista de Rodrigo, tenía un brillo
distinto en los ojos no parecía la misma mujer y su sonrisa pícara provocaba la
sonrisa de Rodrigo, las puedes ver son tuyas, las puedes tocar si quieres,
hazme lo que quieras Rodrigo
-Jimena
grita al mundo que me amas
-te amo
-¿por
qué me lo susurras bajito y al oído?
-porque
mi mundo eres tú
Las
primeras luces de la mañana entraba por el gran ventanal, la ciudad comenzaba a
despertar lentamente, una brisa fresca movía las cortinas y Rodrigo no podía
quitarle los ojos de encima a Jimena no podía dejar de mirarla, allí estaba,
dormida, bañada en un sudor que le pertenecía, habían incendiado la habitación
con jadeos y gemidos, habían entregado el alma y el corazón, sin dejar de
mirarse el uno al otro con miradas de fuego no podía dejar de mirarla, con la
ropa tirada por el suelo, desnuda y vestida solo con un millón de caricias y de
besos, aun tenía el sabor de su humedad en la boca y volvía arder de deseos,
allí estaba su ángel celestial, el más hermoso que nunca tuvo el reino de los
cielos. No podía dejar de mirarla, y recordar como se comieron el uno al otro
en la noche, en un momento único y mágico en donde pudo besar cada rincón de su
cuerpo, donde pudo sentir el calor de su piel y las llamas en las manos que
recorrían su espalda mientras besaba ciego de placer la suavidad de sus pechos
no podía dejar de mirarla, aun oía en su cabeza sus mil dios mío y sus mil te
quieros y como todos sus suspiros acabaron en su corazón, allí estaba, tendida
quieta y dormida, su mágica tormenta, su guerrera más fiera, la amiga más fiel
y una leal compañera, olía a ella, a su piel, a sus ganas, al sudor de su amor
y de sus ansias, se acomodó y la abrazó para que no tuviese frío, la cubrió con
las sábanas, y se pegó todo lo que pudo a su cuerpo porque no quería despertar
de este sueño, al que llamó, el sueño de los despiertos.
Antonio
cintas anguas
mapashito
1 Comments:
Hermosa pareja,mucha complicidad y amor, felicidades muy bonito.
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