Tuesday, October 13, 2020

este sueño

 



El tiempo era muy agradable, atrás quedaba el frío de los meses de invierno, la primavera llegó pisando fuerte, las flores habían explotado de un día para otro llenando todo de color y de aromas, los pájaros no dejaban de cantar, y el cuerpo pedía calle y cerveza bien fría, Rodrigo sonreía al pensar en Jimena, que seguro venía con prisas, y no tardó en verla llegar, corriendo por la avenida, tan espectacular como cuando se conocieron de jóvenes, seguía siendo tan hermosa como siempre, tan espectacular a sus ojos, con su blusa negra y sus vaqueros azules, con el pelo largo rubio y desordenado al viento, con un carmín rojo en los labios que despertaban las ganas de robarle un beso.

 

-Rodrigo perdona el retraso olvidé por completo que cambiaron la hora

 

-me lo he imaginado Jimena no pasa nada no te preocupes a todos nos ha pasado alguna vez

 

-¿llevas mucho rato esperando?

 

-no pasa nada, te pedí una cerveza, descansa que vienes corriendo

 

-eres un amor, gracias la necesitaba, uff que calor hace hoy

 

-¿puedo preguntarte algo intimo y personal Jimena?

 

-claro que puedes, son muchos años de confianza

 

-¿por qué eres tan guapa?

 

-que cosas me dices

 

Y se besaron, sin importarles que las calles estuviesen abarrotadas de gente y que millones de ojos se le pudieran quedar mirando, Rodrigo le raspaba un poco con su barba y le hacia cosquillas con su bigote en el cuello, Jimena lo miraba a los ojos y dejaba el rojo de su carmín en los labios de su amado, besos con sabor a cerveza de dos locos enamorados que se tenían ganas

 

-¿Rodrigo ves las casas del cerro?

 

-sí las veo

 

-me gustan esas casas, me gusta ese cerro, la naturaleza y el silencio que la rodea

 

-tal vez algún día podamos vender el piso y comprarnos una

 

-sí me encantaría, y podría tener un perrito

 

-y un jardín donde plantar flores y un naranjito o un limonero

 

-que bonito es soñar Rodrigo

 

-tú sí que eres bonita Jimena

 

Caminaron largo rato agarrados de la mano, el cielo había cambiado de color, la ciudad había mudado su piel, el alumbrado público acababa de despertar, compraron una botella de vino, la noche aunque tibia parecía anunciar que sería calurosa, Jimena no dejaba de reír y de sonreír nerviosa, estaba muy activa y revoltosa llena de una energía inagotable y Rodrigo no podía dejar de mirarla porque sentía que vivía en su sonrisa

 

-voy a ponerme cómoda ve sirviendo el vino

 

-¿y las niñas jimena?

 

-están en Vivar en la casa de campo con los crios

 

-guau me encanta esa blusa

 

-gracias, ya sé que es muy escotada

 

-me encanta la blusa pero tú más

 

-bebe más vino cariño

 

-solo puedo tomar una copa si bebo dos me emborracho y no tienes que emborracharme si quieres abusar de mi, por ti me dejo

 

-a mí me pasa lo mismo Rodrigo me emborracho enseguida y tú tampoco tienes que emborracharme para abusar de mi, me dejo

 

-estás hoy intensa y traviesa

 

-lo sé, no sé que me pasa, estoy atrevida y descarada

 

-no te cortes, son muchos años juntos me gusta cuando eres tú

 

Rodrigo se tendió en la cama a estirar su espalda tantas horas descargando pesadas cajas llenas de libros le estaban pasando factura a su columna, Jimena se puso encima la blusa y el escote dejaban todo a la vista de Rodrigo, tenía un brillo distinto en los ojos no parecía la misma mujer y su sonrisa pícara provocaba la sonrisa de Rodrigo, las puedes ver son tuyas, las puedes tocar si quieres, hazme lo que quieras Rodrigo

 

-Jimena grita al mundo que me amas

 

-te amo

 

-¿por qué me lo susurras bajito y al oído?

 

-porque mi mundo eres tú

 

Las primeras luces de la mañana entraba por el gran ventanal, la ciudad comenzaba a despertar lentamente, una brisa fresca movía las cortinas y Rodrigo no podía quitarle los ojos de encima a Jimena no podía dejar de mirarla, allí estaba, dormida, bañada en un sudor que le pertenecía, habían incendiado la habitación con jadeos y gemidos, habían entregado el alma y el corazón, sin dejar de mirarse el uno al otro con miradas de fuego no podía dejar de mirarla, con la ropa tirada por el suelo, desnuda y vestida solo con un millón de caricias y de besos, aun tenía el sabor de su humedad en la boca y volvía arder de deseos, allí estaba su ángel celestial, el más hermoso que nunca tuvo el reino de los cielos. No podía dejar de mirarla, y recordar como se comieron el uno al otro en la noche, en un momento único y mágico en donde pudo besar cada rincón de su cuerpo, donde pudo sentir el calor de su piel y las llamas en las manos que recorrían su espalda mientras besaba ciego de placer la suavidad de sus pechos no podía dejar de mirarla, aun oía en su cabeza sus mil dios mío y sus mil te quieros y como todos sus suspiros acabaron en su corazón, allí estaba, tendida quieta y dormida, su mágica tormenta, su guerrera más fiera, la amiga más fiel y una leal compañera, olía a ella, a su piel, a sus ganas, al sudor de su amor y de sus ansias, se acomodó y la abrazó para que no tuviese frío, la cubrió con las sábanas, y se pegó todo lo que pudo a su cuerpo porque no quería despertar de este sueño, al que llamó, el sueño de los despiertos.

 

 

 

 

 

Antonio cintas anguas

mapashito

1 Comments:

At 5:05 PM , Blogger Yurisa said...

Hermosa pareja,mucha complicidad y amor, felicidades muy bonito.

 

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