Tuesday, March 08, 2022

galletita

 


GALLETITA

 

Libertad era una niña buena y responsable que siempre se portaba bien, que casi siempre hacia caso de todo, por eso aquella tarde gris plomizo de nubes gordas y oscuras preñadas de agua, estaba especialmente nerviosa, el cielo amenazaba con descargar con furia como lo hizo durante toda la noche donde rayos y relámpagos encendían todo el piso, si salía por aquella puerta desobedecería a su madre y podría pasarle algo malo porque fuera del hogar hay muchos peligros para una niña, pero una llama en su interior la obligaba a tener que hacerlo, así que aprovechó que todos estaban durmiendo la siesta y se marchó de casa en silencio y sin hacer ruido, las calles estaban mojadas y llenas de charcos y hacia humedad y frio el típico clima invernal de días antes de celebrar la navidad, estaba nerviosa y tenia miedo pero serían tan solos unos minutos nadie se daría cuenta y pronto estaría de regreso a casa, solo fueron unos pasos el lugar estaba muy cerca a la vuelta de la esquina, pero cuando llegó, que fastidio, Papá Noel ya se había marchado, solo quedaba el alto buzón rojo y dorado y su gran trono dorado y rojo vacío, hacia semanas que había enviado su carta al buzón, pero había añadido una última cosa y como aún quedaban dos días tal vez todavía estuviese a tiempo de que Papá Noel pudiera leerlo, pero no podía esperar a que regresara o tardaría en volver, en casa y al despertar se darían cuenta de lo que había hecho y asustaría a todos y después del susto le caería la madre de todas las regañinas, así que se armó de valor y decidió subirse al trono para alcanzar la ranura del buzón, le costaba alcanzarlo, se subió en el reposa brazos y al empujar el alto buzón este se abrió y se veían todas las cartas arremolinadas en un gran cuadrado, así sería más fácil poder cumplir su cometido, pero tenía los zapatos húmedos de caminar por las aceras mojadas y resbaló cayendo su cuerpo dentro del buzón que de repente como si se hubiese abierto una puerta por debajo sintió su cuerpo caer por un tobogán rodeada por todas las cartas, estuvo un rato cayendo a gran velocidad hasta que paró de golpe cayendo en un gran cesto lleno de cartas de todos los tamaños y colores, se bajó despacio con su carta aun entre sus finos dedos, estaba en una estancia amplia y mal iluminada cuando se llevó un susto de muerte.

 

- ¿Qué haces aquí?

 

– Soy Libertad y no sé como he llegado hasta aquí ¿quíen o qué eres tú?

 

– Ya veo que eres nueva, y por las pintas que me traes debes de ser una de esas elfas que se hace pasar por niña para poder espiarlos y saber si se han portado bien o mal, yo soy galletita, me encargo de poner los cestos y luego vaciarlos para recoger y clasificar las cartas, y sí, soy una galleta y mis botones, mis ojos y casi todo lo demás es de caramelo, no deberías estar aquí, pareces una niña.

 

– Es que soy una niña y creo que me he perdido.

 

– Te estás creyendo demasiado tu personaje, deja que vuelva a vestirte como una elfa, no puedes ser una niña, tenemos un anillo de seguridad impenetrable, ningún niño o niña puede cruzarlo, ya está, ahora eres toda una elfa, eres preciosa, un poco alta para ser una elfa, pero una elfa preciosa de esas que no espían, de esas que van a los centros comerciales ayudar al jefe, de las que se sacan fotos con los niños, ven te diré donde tienes que hacer cola y por favor no me revoluciones a los elfos.

 

Cuando libertad se miró en el espejo no se podía creer lo que veía, era una elfa como esas que veía en películas, o en libros, se ocultó las orejas bajo el sombrero, pero estaba monísima con aquel traje y con aquellas cejas una roja y otra verde, no podía creer que estuviese hablando con una galleta, seguro que se había caído al suelo al resbalar del trono y estaba desmayada y camino del hospital con un chichón del tamaño de una pelota de tenis, cuando despertara todo serian besos pero después del susto la iban a encerrar en una torre como a Rapunzel, siguió los pasos de galletita y cuando la puerta se abrió, se quedó de una pieza, era como estar dentro de una esfera gigante donde cientos de miles de elfos se movían nerviosos y con prisas de un lado a otro ultimando el viaje de Papá Noel, todo tenia que estar en su lugar, todo tenia que salir perfecto, se recibían las últimas cartas, se cotejaban los últimos informes, se sacaban del almacén los últimos juguetes, y ella estaba en medio de ese bullicio de color y de luz y no quería despertar de ese sueño, se puso en una cola con otras elfas, que la miraban de reojo porque destacaba por su altura, se oían algunos silbidos y piropos en aquella esfera de colores de navidad y tan llena de vida, por lo visto estaba revolucionando a los elfos de las plantas más cercanas que podían verla y que desde lejos la piropeaban ante la envidia de las demás elfas, después de media hora esperando en una cola era su turno, y cuando le tocó a ella, se le abrieron los ojos como platos, el lugar estaba lleno de luz, y hacia un poco de calor, olía a café recién echo, no sabía como expresar o sentir lo que estaba viviendo porque no encontraba las palabras, y ya la boca le llegó al suelo de sorpresa y de emoción al ver en mitad de la sala a un hombre grande y gordo con un pantalón rojo y barba y cabellos blancos como la más pura nieve, tenía a Papá Noel delante de sus ojos, si alzaba la mano podría tocarlo.

 

– Es un poco tarde para entregar el informe, cuenta como se han portado.

 

- Daniela se ha portado muy bien, es una muy buena hermana, muy cariñosa con Libertad, es una buena hija, se ha portado muy bien este año, y Libertad ha sido una niña muy buena, son unas niñas que quieren mucho a su abuela, a su madre, a sus tías, a sus primos y primas, son dos ángeles del cielo.

 

-Eres la elfa más hermosa que han visto jamás mis ojos, ahora entiendo porque estaban revolucionados los elfos, no es que seas guapa, es que eres una obra de arte, seguro que si te ven los reyes magos querrían que fueras su estrella de la ilusión, ¿pero no eres muy alta?

 

– Es que no soy una elfa, soy una niña me llamo Libertad Manzano y me caí dentro de un buzón, y quería entregar esta carta en donde pido una última cosa que no había puesto en la anterior, no es un juguete si es lo que está pensando, es que quería pedirle que sane a mi tío Antonio, o al menos que mejore su salud, no es mi tío Antonio o mi primo Antonio, es el primo de mi madre, bueno es complicado.

 

– Umm Manzano, tienes un corazón noble Libertad, haré lo que pueda con Pepa y Antonio, pero tú no puedes estar aquí y no puede contarle a nadie lo que has visto.

 

– Será nuestro secreto señor Noel seré una tumba se lo juro.

 

– Lo sé, lo sé, galletita el anillo ha vuelto a fallar por tu sector, otro fallo más y tendré que bañarte en mi café, lleva a libertad a su casa ahora mismo.

 

Galletita y Libertad se marcharon del despacho de Papá Noel, dejaron atrás el bullicio y los colores de la gran esfera, y fueron a un lugar más alejado, más tranquilo, hacia mucho frio en la torre, sus escaleras y pasadizos eran muy húmedos, ya en la habitación se estaba mejor, una habitación preciosa que parecía de caramelo y donde su cama parecía una nube de algodón, Libertad estaba encantada de vivir aquella aventura, nadie se creería ni una sola palabra de su boca, era todo tan mágico y tan bonito, ojala Daniela y mamá pudieran estar allí con ella para vivirlo juntas.

 

– Libertad me ha encantado conocerte, ójala pudieras quedarte más tiempo, pero tienes que volver a casa, te abrazo muy muy fuerte para que al menos no me olvides a mí.

 

– No voy a olvidarte a ti, ni nada de lo que he vivido tengo muy buena memoria.

 

Galletita se separó, y mirando los hermosos ojos de Libertad y su sonrisa inolvidable sopló sobre su angelical rostro un buen puñado de polvos de alas de hadas y Libertad entró en un profundo, profundo sueño, y por arte de magia regresó a casa, María Jesús la había estado buscando por todas partes cuando despertó y no la encontró en casa, ahora dormía como un ángel en la cama de su habitación, había mirado allí y no estaba, no se explicaba donde estuvo su niña y de donde había salido, estaba preciosa con aquella ropa de elfa que no tenia ni idea de donde había salido, ya estaba más tranquila su querida niña estaba en casa, se acercó a su mejilla y le dio un beso, y se reincorporo con cara de sorpresa, huele, huele a galletita, y abrazó a su elfa junto a su pecho y las dos se quedaron dormidas soñando con papa Noel y con los reyes magos, con una sonrisa llena de luz dibujando sus labios.

 

 

 

 

 

 

 

Antonio cintas anguas

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