Wednesday, October 19, 2022

princesa mágica

 


PRINCESA MÁGICA

 

Aquella música, aquella melodía salida de una flauta de marfil que ella misma había creado con sus manos, hacia más de veinte años que no la oía, algo iba mal, sonaba a un grito de socorro, como a despedida, tenia que salir a su encuentro para quedarse tranquila, lo dispuso todo y cuando ya había cerrado los muros del castillo de cristal a lomos de su caballo rosa de crines lilas el corazón se le detuvo, era verso y cabalgaba solo hacia el mágico castillo, se puso nerviosa, a su mejor amigo le había pasado algo terrible, jamás debió permitirle abandonar el castillo pero esta vez no cometería el mismo error dos veces, pronunció unas palabras en una lengua antigua, agarró a verso, y salió a toda velocidad con su caballo rosa, dejando por el camino un reguero de lágrimas de cristal.

 

Desde la Alcazaba se oían los vítores de las tropas de Karim, los cristianos se sacrificaron con la promesa por parte de Karim de que se marcharía lo antes posible, estaban alineando los cuerpos de los cristianos porque Karim quería arrancarle el corazón al cuerpo de Adrián, para sorpresa de todos de repente el cielo se puso de color rosa, y una mujer llegaba cabalgando montando un extraño caballo y agarrado traía consigo a verso.

 

Se bajó de su caballo, caminó unos pasos, unos soldados intentaron atraparla pero cuando se acercaban se los tragaba la tierra, una bruja se empezó a oír entre un ejército aterrorizado, unos pasos más y lo vio, lacerado y con la luz de sus ojos verdes apagados, se arrodilló en la arena de la playa con el corazón roto en mil pedazos, su mejor amigo tendido inerte en el suelo, lo agarró como una madre y lloró amargamente, los soldados que trataban de atraparla desaparecían bajo la arena de la playa, Karim le grito, bruja su corazón me pertenece, y la saco de su llanto, lo miró con odio y Karim en un segundo no era más que polvo y cenizas, pronunció las mismas palabras que cuando agarró a verso, y un enorme y fiero dragón morado destrozó con su fuego a toda la colosal flota tragándose hasta el fondo del mar hasta el último navío, y la arena de la playa se tragó en un segundo a todo el ejército árabe y el cuerpo de los cristianos, quedando la playa como sino hubiese pasado nada, subió a Adrián sobre verso, montó su caballo rosa de crines y cola lilas y desapareció al galope por un camino de lágrimas de cristal hasta el cabo de gata.

 

El cielo recuperó su color original, esta vez no fueron al castillo de cristal cerca del arrecife de las sirenas, esta vez fue más adentro al castillo morado con alas de color rosa en sus muros y en sus torres, con sus tejados blancos como la nieve más pura, desnudó a su amigo, con lágrimas en los ojos lo lavó, le quito toda suciedad, cosió sus heridas, la vida lo había tratado mal estaba muy desmejorado, envejecido, parecía mayor con aquella barba blanca, le puso rompa limpia pero su cruz ahora era roja, se acercó a sus labios y lo besó para abrirle los labios, y un haz de luz lila empezó a salir del alma de la princesa mágica hacia los labios sin vida de su amigo, tuvo que hacer un esfuerzo tan grande que se desmayó y se le cambió el color del pelo, ahora lo tenía morado o lila o casi violeta, pero su amigo regresó a la vida, y se abrazaron muy fuerte por largo rato, ya no volverás a salir fuera, tu espada y tu escudo son míos y te quedarás aquí conmigo haciéndome compañía porque la puerta la guarda un enorme y fiero dragón morado, estás tan guapa como siempre o más, zalamero, te dije que no te marcharas fuera, ya no puedes salir de aquí, así que tú la llevas, atrápame si quieres recuperar el reino de los cielos, y entre risas corrían princesa y cristiano por las galerías de un castillo mágico.

 

Mérida no regresó a ningún reino, fue una nómada que viajaba incansable para conocer otras culturas y otros reinos, la reina mora seguía escapando a su terraza las noches de luna llena, y cuando las dos estaban cerca del mar en esas noches, cuenta la leyenda que un cristiano se hizo amigo de aquella princesa persa tan bonita y tan mágica, y que se quedó a vivir para siempre en el brillo de su mirada y su sonrisa, que ella era su patria y su bandera, y que sus abrazos eran su templo y su castillo, y que sus risas se oyen las noches de luna llena, entre la espuma blanca que acaricia la playa y tienen en su reflejo las estrellas más bonitas del cielo.

 

 

 

 

 

 

Antonio cintas anguas

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