mi mora azul
MI MORA AZUL
Llegar a Jerusalén y entrar
en un calabozo con sir Robert al único a quien le conté todo, todos los
hospitalarios eran presos y el rey de Jerusalén ya tenía la guerra que quería y
marchaba por el desierto al encuentro de Karim con todo el ejército del que
disponía, a todos nos quedaban pocos días de vida, Karim guardaría unos días de
luto mientras el ejército templario moría de sed y bajo un sol abrasador, uno a
uno sus soldados perdían la vida, dejando un reguero de muerte en su camino y
cuando estuvieran más débiles les aplastaría como haría la suela de sus zapatos
con un gusano, ruido de espadas, alguien viene al rescate, un ángel azul con
una cruz dorada en el pecho y el pelo recogido en forma de cola de caballo, es Mérida
la reina de Jerusalén que con unos soldados fieles nos libera, como reina
quiere pelear por la ciudad, yo también, pero la ciudad tiene más posibilidades
de vivir si nos marchamos, hay que llevarla a Francia, a Inglaterra, no importa
todo está lejos y nos alcanzarían, tengo un plan, ya sé donde quieres morir Adrián,
sir Robert me ha leído el pensamiento, aunque el camino sea más largo y la
fortaleza tenga menos hombres vamos a jugar al engaño con Karim, regresamos al
castillo de san Jorge.
Nos ven llegar a la playa Adama
nos aborda con sus hombres, le rogamos que esconda a Mérida en la alcazaba, su
cara pierde su color empalidece, no traerás la desgracia a mi casa, y huye, dan
la alarma para que todo el mundo se esconda tras las murallas, Mérida se enfada,
quiere luchar y morir a mi lado y tal vez lo consiga, el engaño es aguantar los
embestidas en el castillo de san Jorge para ganar tiempo en la huida de Mérida
hacia alguna plaza fuerte de España, preparamos la defensa, aceite hirviendo,
flechas, rocas, todo cuanto tenemos Karim no tardará en aparecer con su flota. Una
flota colosal aparece de la noche a la mañana, aguantar unos días es del todo
imposible, será un milagro volver a ver la luz del sol, nos atacan enseguida
miles de soldados, después de una bienvenida de sus catapultas que nos han
bombardeado dejando el castillo medio destruido, vienen por todos los frentes y
luchamos codo con codo pasan las horas, los milagros existen, se hace de noche
insisten, no aguantaremos toda la noche, sir Robert a muerto, Paolo es ahora
quien manda y saca bandera blanca para parlamentar en la playa, unas horas de
descanso tras una muy dura batalla.
Mérida a luchado como una
fiera salvaje, que buen rey habría sido, que buen soldado para nuestra orden de
haber nacido hombre, esta empapada en sudor y en hollín y una línea de sangre
recorre por su cabeza hasta sus mejillas y aun así se ve preciosa, bebemos un
poco de vino en esta débil tregua, nos miramos a los ojos y me besa con todo el
fuego que lleva dentro, me pide perdón y soy yo quien la aplasto contra el muro
y le devuelvo el beso, de todos modos iré al infierno por todos mis pecados, vamos
a una habitación, con un poco de agua limpio la sangre y el hollín, será víctima
de mi tinta, le dibujo pentagramas y notas desde el cuello hasta sus brazos, y
en sus piernas y muslos que son dos poemas de sueños y estrellas fugaces, alas
de ángel en su espalda y escribo bajo su cuello con letras grandes Mérida
acompañada de mariposas, eres más que una reina sin reino, más que una princesa
común, eres fuerte y rebelde, viaja y llena los caminos y otros reinos con tu
luz, seguimos bebiendo vino, se relaja, se desnuda, puedo escribir en sus
bonitos pechos, su vientre, sus caderas, que es ardiente su pasión, que es un
dragón que todo lo quema, que es suave como un suelo de pétalos de flores, que
su cuerpo esta hecho de polvos de estrellas, y que el paraíso esta no entre sus
piernas, sino en el calor de su pecho, rodeado por sus brazos, porque ella es
un templo sagrado y el cielo es poner el oído en su piel y oír los latidos de
su corazón, que suena como un coro de ángeles al igual que su sonrisa.
Se acabó la tinta, la miro en la cama tendida, como
una obra de arte, como cuando te llega tarde el amor, y le pido perdón por mi
traición, un camello blanco como la nieve llega, le pongo la ropa, esta
preciosa, definitivamente es un ángel y un regalo del cielo, con sus gasas y su
velo azul, la reina mora es una amiga fiel, y su leal camello ya la lleva como
una mora más camino de la alcazaba, mi mora azul.
Antonio cintas anguas
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