Tuesday, February 23, 2021

sherezade

 


Y al ver la belleza de tus ojos la vida se inventó las mil y una noches y llamó a tu mirada Sherezade.

Es imposible no dejar de mirarte, el rubor pide que agache la cabeza pero mi corazón grita, insensato, te perderás ver una obra de arte, me imagino como será tu sonrisa, esa que ocultas y que no ve casi nadie, seguro que tus labios saben a poesía y que bajo ese atuendo existe el cuerpo y la piel de un ángel, mi alma así lo jura y lo cree, o eres una bruja, de esas blancas de las que hablan los libros y las leyendas, o tal vez todo es una ilusión pasajera, una broma del destino, pero no, allí están, son reales, dos sueños hermosos y profundos que prometen caricias y poemas, que miran y tocan y sientes que vuelas hasta alcanzar las estrellas, y ya no importa si eres inmortal o mortal, mujer, niña, bruja o hechicera, si eres de carne y hueso o un ser celestial, tus ojos me tocaron y me hicieron soñar, tras ese velo que oculta tu rostro y tu boca se esconde estoy convencido de ello, la verdadera arca de la alianza, el santo grial. Y desapareces igual que llegas, con tus tules de gasas vaporosos, como si fueses del sultán la más hermosa de sus princesas, con tu piel suave color canela, con tus aromas y fragancias penetrantes que de tener olor la luz de las estrellas así sería como huele la luna llena, como un suspiro te desvaneces y yo me quedo acariciando tu recuerdo en el aire, en la sombra de mi memoria, tengo que encontrarte, tengo que saber quien eres, no puedo pasar por este mundo sin ver el rojo de la sonrisa del poema de tu boca.
- Princesa debemos partir, el brujo está aquí.
- Eso es imposible.
- Corre un grave peligro, debemos regresar a palacio.
- No, al palacio no, al faro.
- ¿Al faro?, es una temeridad princesa.
- Al faro Yassin, ya.
- Todo está dispuesto princesa.
Con la cabeza en las nubes, camino descalzo por la arena de la playa, mi cabeza está en las nubes pero el cielo está limpio y alumbran mi camino la luz de las estrellas y una luna llena que hace la noche menos oscura, un poco más clara, siento el cosquilleo de las olas de un mar tranquilo entre los dedos de mis pies, el sonido del mar me relaja, relaja mi corazón que no sabe qué hacer con su vida, relaja mi mente inquieta de pensamientos perturbadores, del caos de las voces de mi cabeza que me sabotean tantas veces hasta herir, hasta hacer sangrar a mi alma, me relaja el silencio de la noche, camino solo o al menos eso creo, me sigue mi sombra y la sombra de cuando era un niño de diez años que no se imaginaba lo grande que es el mundo, que ansiaba crecer con el desconocimiento de que cruel es el mundo de los adultos y de los humanos, quise ser sacerdote porque tenía una fe inquebrantable en Dios y sentí su llamada, se me daba bien consolar a otros en momentos duros, hacer sonreír a la tristeza, pero tal vez esa llamada fue solo un sueño, no tuve el apoyo de la familia, de un padre ateo que casi me envía como voluntario a una de las muchas guerras de España para que regresara como un hombre y perdiese los pájaros de la cabeza, mi madre y la abuela querían una mujer, un hombre no puede estar nunca solo porque se le meten ideas extrañas en la cabeza, pero los pájaros en mi cabeza aumentaron, y brotó de mis venas una especie de escritor que tampoco hizo ilusión al patriarca familiar quien veía el mundo de las letras para holgazanes y afeminados, viajé por tierras extrañas, para buscar las musas, para buscar en cierto modo no a la inspiración que creía perdida, tal vez anhelaba vivir aventuras o encontrarme a mí mismo, encontrar mi lugar en el mundo, encontrar mi camino, después de tanto tiempo ya estaba dispuesto a regresar a casa como el hijo prodigo, habría vuelto hace mucho pero imaginar la dura mirada de mi padre y sus reproches me echaban para atrás, siempre fui un cobarde, un mequetrefe, arcilla en las manos de quien se me acercaba y hacia conmigo casi a su antojo porque mendigaba migajas de cariño porque no importaba cuanta gente hubiese a mi alrededor, si tenía mucho o si tenía poco, siempre me sentía solo, me gustaba caminar por el mar porque es el único lugar donde mis lágrimas son más pequeñas, me relajé, la noche era hermosa, cálida a pesar de su brisa fresca, veía destellos entre sus aguas que me hacían soñar despierto con leyendas de sirenas, si brotaría de sus profundidades la hija de Alejandro Magno, una vez más como casi siempre la cabeza en las nubes, tienes que dejar de pensar así, tienes que madurar, no puedes ser siempre tan infantil, me bajó de las nubes unos gritos, unas sombras en el horizonte, una lucha entre hombres al amparo de la oscuridad, y la vi, la adiviné, aquellos tules y gasas vaporosos que me hicieron tocar el Edén hacia tan solo unas horas, parecía estar en peligro, algo sucedía pero imposible ver bien desde tan lejos, y yo tan cobarde encontré una oportuna roca en el camino y fui corriendo a una muerte segura por querer ser como don quijote y salvar a dulcinea de un apuro cuando nunca fui soldado ni nunca fui un guerrero, hay hombres tendidos aquí y allá, ella se encuentra ante los pies de un hombre alto vestido de negro no me ve llegar y lo golpeo con la roca con toda la fuerza de la que soy capaz y cae como un muñeco de paja, nunca había matado a un hombre, no puedo respirar noto como me falta el aire y la voz de una mujer me devuelve a la realidad.
- No puedes matar a un brujo.
- He asesinado a un hombre.
- Escucha lo que te digo, no puedes matar a un brujo.
- ¿Qué brujo?, los brujos no existen.
- Este sí y no va a morir así, mira a tu alrededor ¿dónde está su cuerpo?
Su cuerpo no está, queda un pequeño charco que parece sangre y un montón de ropas oscuras, su túnica y su capa sin dudas, pero no hay cuerpo, se ha desvanecido, quedan restos de una escaramuza hombres atravesados por flechas y lanzas, animales heridos, no comprendo nada.
- ¿Qué ha sucedido?
- No lo comprenderías.
- ¿Quien era ese hombre misterioso?
- Ibamos al faro de Alejandría.
- Pero no existe.
- No a ese.
- ¿Pero hay otro?
- Había.
- No comprendo nada.
- Es lo que te dije, debo ir a la biblioteca, volverán, no has detenido al brujo por mucho tiempo.
- ¿Son ladrones?, ¿secuestradores tal vez en busca del oro de un rescate?
- No es oro lo que ambicionan.
- ¿Y eso no es un secuestro?
- Hace demasiadas preguntas, sube a mi montura si aun quieres vivir y cuidado donde pones las manos o seré yo quien acabe con tu vida.
-¿Puedo al menos saber su nombre?
- Alexandra Tamina.
- Adolfo del Piero para servirle a Dios y a usted.
Subo tras ella a su corcel blanco como la nieve más pura, no corre sino parece volar como pegaso tal es su velocidad, mis pensamientos me abruman a preguntas, los brujos no existen, sé el nombre de la extraña que me lleva en su corcel sin saber el destino, una Sherezade angelical solo en la poesía de mi corazón porque quedé prendado de la belleza de sus ojos y de la luz de su mirada, tal vez esta sea la aventura que siempre quise vivir y que tanto temor tuve a encontrar, así tan de cerca huele bonito, su aroma me llena los pulmones y mi cabeza vuelve a fantasear una vez más, mi imaginación me lleva a las nubes de donde no quiero bajar, esa extraña tiene algo que no se explicar, solo siento un cosquilleo en la espalda y un calor en el pecho que en un sueño loco sueña con poderla abrazar, la biblioteca que buscaba estaba en medio del desierto y dentro de un palacio protegido por gruesos y altos muros, en la fortaleza de abracadabra y supe nada más llegar que aquellos ojos eran los ojos de una princesa, la perdí de vista, saltó del caballo como un gamo y desapareció, yo fui escoltado por forzudos guerreros árabes hasta el oráculo, un hombre muy anciano casi sin pelo en la cabeza, con una fina barba canosa tan larga que casi tocaba el suelo que vestía de blanco, era la aventura de mi vida, mi destino, pues tan pronto como me arrodillaron ante él me dijo, te estaba esperando, me llevó hasta una sala muy mal iluminada, casi a oscuras, me hablaba de una profecía, de un mago malvado, de una batalla encarnizada entre el bien y el mal desde hacía siglos y dinastías, y yo no comprendía nada, me hizo mirar dentro de un caldero donde yo solo veía burbujas calientes en una espesa sopa, hasta que por arte de magia se me reveló como un cuento maravilloso, uno de los muchos que imagino Sherezade contaba en sus mil y unas noches, hablaba de que cada cien años despertaba el mal y asolaba el mundo con guerras, enfermedades y pestes, y buscaba a la niña joya a la que debía poseer en la noche de bodas a la luz de la luna llena más grande que hubiese en verano y arrebatarle a su dinastía la estrella azul celeste que poseía el poder en su interior en forma de pequeñas arenas del reloj del tiempo todo un universo lleno de super novas, si la niña joya se sentaba después de aquel ritual en el trono que había en la catedral de Francia el mal reinaría por siempre jamás y la humanidad perecería o serían sus esclavos, pero si la niña joya alcanzaba a sentarse en el trono de la catedral de Sevilla se desataría del colgante en forma de estrella una luz tan potente y cegadora que saldría de todos los colores por las vidrieras y ventanales llenando cada rincón de la tierra de paz y de armonía, no había forma de acabar con la vida del brujo o aun no lo habían encontrado, una historia fantástica y llena de magia, y ya no sabía si estaba despierto o si estaba soñando, el caso es que según el anciano yo era el alma gemela de la princesa y que debía protegerla con mi vida y llenarla de amor, cosas de las que me sentía totalmente incapacitado, nunca alcé una espada, no supe cuidar de mi mismo y yo era una gárgola y la princesa era el ángel más hermoso que nunca existió en el cielo, serás un guerrero, un buen compañero y llegado el momento un acto de amor enviará al brujo a la oscuridad otros cien años más porque el amor ya late en ambos corazones y esa fueron las últimas palabras de Nabil el oráculo, más tarde fue a contarle a la princesa algo parecido y se oían los gritos hasta en las estrellas, la obligaron adiestrarme en la lucha pues Alexandra era una experimentada guerrera, decía que todo estaba en el chi, en la cabeza, en el corazón, en la verdad, y yo no comprendía nada. Y sucedió, aprendí a luchar más o menos, sigo siendo un desastre pero medio me defiendo con la espada, Alexandra se enamoró de mis torpes poemas, de mi extraño sentido del humor, de mi habilidad para consolarla los días tristes o cuando la embargaba la ira, y sin saber el motivo de un día para otro cada rincón de la fortaleza se llenaba de sus carcajadas, cuando se quitó el velo para que viese su rostro en su alcoba, cuando vi su sonrisa de fábula, lo supe, ya no regresaría a casa, no abandonaría Egipto jamás, nunca una mujer fue tan guapa, no cabía más belleza en menos espacio, la vi y me dejó sin palabras, y ella calló su risa escandalosa con un beso profundo de sus labios rojos como cerezas.
- Ven a mi lecho, seré tuya y de nadie más.
-Si me ven aquí, y saben lo del beso me cortarán la cabeza.
- ¿No te gusto?
- Eres Sherezade y todas las diosas del mundo juntas en una misma mujer.
- Pues ven, ven a mi lecho, amanece conmigo, esta noche no la podrás olvidar.
Su piel de bronce transpiraba, el colgante con su estrella azul celeste me hipnotiza, sabía en mis labios a lo que saben las noches de verano, me abrazó y arañó mi espalda, y nos tomamos entre el olor a incienso, besando sus senos de la seda más suave, y caí preso del calor de su hechizo, de los ojos llenos de magia de mi Sherezade. Tu piel huele a libertad, a primavera, a los besos que no te di, tu cabello huele a esperanza a la ilusión de una nueva mañana a tus ganas y mis ganas, que no necesito desnudarte para poner besos a tus lunares y a cada rincón de tu cuerpo, solo necesito que tú me des permiso para que te pueda tocar, tú que eres poema y lienzo, la ropa te la sacas tú sin que yo te pida nada para que pueda escribir en tu piel un millón de versos con tinta o la punta de mis dedos, y entre risas recitamos esa poesía que borran nuestros cuerpos con gemidos cuando nuestras almas se hagan el amor bien fuerte para apagar esas llamas de deseo que despertamos el uno en el otro porque los dos nos amamos, abrazarte suavemente, besar entonces tus labios, tu sonrisa, tu frente, tus hombros, tu cuello, acariciar tu pelo rebelde, y susurrarle a tus ojos que tanto me enamoran, te quiero, abrázame y nunca me sueltes.
El brujo nos encontró, dos años más tarde de buscarnos por España y de rodear Sevilla de secuaces, abracadabra está en llamas, los muros y la puerta de la ciudad han caído, el hijo de nuestro amor, Alexandro del Piero huye con la escolta real con el colgante de la estrella azul celeste en su cuello, perdí mi nombre, todos me llaman cristiano, solo Alexandra lo pronuncia y que bonito suena en sus labios, envíe una carta a la familia y su respuesta por resumirlo es que había perdido la razón y la cabeza, nada importa ya, las puertas de la sala del palacio están a puntos de ceder, y el brujo a instantes de salirse con la suya, la última defensa cede, se desata el caos, los pocos que quedamos van cayendo ante las innumerables huestes del brujo, el chi de Alexandra como lo llama es prodigioso podría derrotar ella sola a ejércitos enteros, solo quedamos los dos, así estaría escrito, el brujo consigue dominarla, cae presa de un hechizo, no es ella, es un títere de quien mueven los hilos, pretenden que nos matemos entre ambos, pero eso no va a suceder, trató de despertarla, que salga de ese mal sueño mientras viene hacia mí con su espada, lanzo mi espada al suelo, y me arrodillo ante el amor de mi vida y la criatura más bella del mundo.
- ¿Te rindes cristiano?.
- No lucharé contra ella.
- Si no luchas, Alexandra será mía esta noche y todas y será esclava de mis caprichos y de mis deseos más oscuros.
- No lucharé contra ella.
- La poseeré con violencia, la obligaré a mirar tu cadáver, ¿es eso lo que quieres?, mis mejores guerreros ya persiguen a tu hijo, en pocos días todo será mío, ¿nada tienes que decir?, muere como el cobarde que eres, mátalo.
De rodillas agarro la hoja de su espada y apunto a mi corazón, la miro a los ojos, los ojos más bonitos del mundo, los ojos de las mil y una noches, no lucharé contra ella y dejo que me atraviese el corazón, justo en ese momento se rompe el hechizo ante las carcajadas del brujo y los soldados presentes, un grito desgarrador los asusta nunca oyeron rugir un animal de ese modo ni siquiera a un león, se hizo el silencio por unos segundos, y de los allí presentes hay quien jura que se oyó un sonido sordo, otros como un sonido a hueco, pero todos dicen que fue el sonido de como a la princesa Alexandra se le rompió el corazón con el cristiano entre sus brazos, que la última de sus lágrimas no era salada ni acuosa, sino cristal y los dos enamorados, princesa y cristiano se trasformaron sus cuerpos en uno solo en una estatua de cristal que estalló en un millón de pedazos cuando el brujo gritó como la furia de mil tormentas de arena porque había sido derrotado.
Abrázame y nunca me sueltes, abro los ojos, veo un velo blanco y unos ojos llenos de mil y una noches, ¿Alexandra?
- Alexandra no existe, ha estado delirando, tuvo un accidente unos hombres le robaron y le hirieron a estado con un pie en el otro barrio caballero.
- Eres Alexandra lo sé, la mascarilla no es un velo pero, eres Alexandra.
- No, soy Frida Isibylla, he sido su enfermera todas estas semanas, y ayudaré en su rehabilitación, me tuvo fascinada con su relato algún día me lo contará bien, y preocupada por su salud.
- ¿Es una cita?, ¿o aún sigo soñando?
- Si se porta bien y es un buen enfermo, es una cita
- Es familia de la famosa escritora.
- No, alguna vez me lo han dicho, pero yo soy colombiana, ¿acaso usted es familia del afamado poeta Gustavo Adolfo Bécquer?
- No, ¿debería?.
- Su nombre es Gustavo bécquer
- Encantado de conocerla señorita Frida
Me llamo Gustavo, soy Español, vivo en Cali donde me gano la vida haciendo fotos, lo perdí todo cuando me asaltaron y me apuñalaron, la rehabilitación fue dura, pero siempre tuve el apoyo de Frida, es una gemela, dos gotas de agua con la princesa de mis delirios, pero juro por Dios que fue tan real, estoy convencido que he vivido esa vida, Frida cumplió su palabra, yo fui un buen enfermo, y tuvimos una cita, y una segunda cita, imposible no enamorarse de su sonrisa, de sus ojos, de su bonita forma de ser, tiene un corazón de oro, se enamoró de mí en dos semanas, yo soy más lento y me llevó más tiempo, siempre desconfiado porque me siento poca cosa y me veo feo y no puedo creer que una mujer de bandera pueda poner sus ojos en mí y enamorarse, en la tercera cita me llevó a su casa, acarició y besó las cicatrices que los asesinos dejaron en mi cuerpo, besó mi piel, la acarició, me hizo el amor fuerte, luego suave, luego fuerte, y cuando ya iba a sacar bandera blanca, me hizo el amor bonito y se quedó abrazándome, dormida en mi pecho, quede reventado y caí en un sueño pro-fundo, para cuando abrí los ojos ya era medio día, la luz del sol entraba a borbotones por el gran ventanal de la habitación, Frida sigue sobre mi pecho, arrullada por las caricias de mis dedos en su espalda, entonces una sombra aparece sobre la cómoda, un gato blanco al que no puedo quitarle los ojos de encima.
- No te asustes es mi gata.
- ¿Cómo se llama?
- Te vas a reír te juro que no es una broma, se llama abracadabra
No sé si reír o llorar, pero no puedo quitar los ojos de encima de esa gata blanca, Frida ríe como loca, trata de que la miré a los ojos, hace bromas sobre que se pondrá celosa si miro más a la gata que a ella, le divierte mi sonrisa, ya conozco esa sonrisa de loco, la gata, abracadabra tiene en su collar colgando la estrella azul celeste, miro a los ojos de Frida, y derramando lo que parece una lágrima de cristal la beso llamándola, mi Sherezade.


Antonio cintas anguas

1 Comments:

At 6:34 PM , Blogger Yurisa said...

Bellisimo, quedé enamorada ...me encanta porque tienes la capacidad de envolverme en tus letras, prendada hasta el final, ..🌻

 

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home