Monday, March 13, 2023

la ciudad de la luz

 


LA CIUDAD DE LA LUZ

 

Dulcinea está enamorada de Sancho, que hace vibrar con su magia y con su sonrisa su corazón, con los destellos y el misterio de la ciudad de la luz, le toca el alma, le acaricia y le desnuda su interior más sensible hasta hacerle brotar de tanto amor y emoción lágrimas que resbalan por la belleza de su cara. Un rostro de porcelana como diría su poeta de la triste figura, su don quijote, que le escribe poemas que le gustan tanto que consigue con su locura inmadura e infantil hacerla sentir afortunada. Dulcinea se siente más cómoda hablando con los hombres que con las mujeres, tiene más amigos que amigas, se siente más libre, más rara también, pero más raro es ese amigo que leyó tantas novelas caballerescas que se las creyó hasta perder la cabeza, si es que alguna vez estuvo cuerdo.

 

Dulcinea sabe que despierta cosas en los demás cuando la miran, pero su caballero de la triste figura le saca una sonrisa o le alegra el día cuando recibe y lee su poesía, tiene tanta imaginación, le agrada como sus ojos la ven porque ve más allá de lo evidente, ve cosas que no todo el mundo ve, y eso la hace sonreír y derramar toda su dulzura sobre ese poeta loco, ese caballero de la triste figura al que quiere cuidar, y borrarle lo triste para que sea al menos un poco como los demás, pero sin tocar esa pizca de locura que le hace escribir tan hermosas letras, esas que la hacen sentir poesía por las noches cuando acostada en su cama se queda mirando la hermosura de la luna llena.

 

Es un dormilón, más de una vez lo encontró dormido sobre la mesa llena de cuadernos y de poemas, y lo ha cubierto con una manta y ha apagado la luz de la velas para que solo le iluminen el rostro la luz de las estrellas, y ha leído con esa tenue luz, letras que hablaban de ella, de su piel de caramelo, de sus ojos llenos de universos, de las mariposas de sus labios y los versos de su boca, de las noches de su cuerpo y de su cabello, que es un deseo en una estrella fugaz, que es la sonrisa y la alegría de una noche de desvelo haciendo música y poesía dos almas pidiendo prestados dos cuerpos, que la ciudad de la luz es una mentira porque nunca sale el sol y tiene un sol que no quema, que la ciudad de la luz está en la mirada y en las caricias de las manos de su dulcinea.

 

Dulcinea emocionada le abraza suave, le da un beso en la frente y lo deja soñando con princesas y gigantes, con sus historias de caballeros templarios y sus cruzadas por luchar por la justicia y los inocentes, y se marcha con una sonrisa en los labios, a la luz de una vela a su alcoba a llenarse de la magia de Sancho, porque como piensa don quijote, la ciudad de la luz está en su mirada y en las caricias de sus manos.




antonio cintas anguas

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