Thursday, October 06, 2022

reina de jerusalén

 


REINA DE JERUSALÉN

 

Hoy llora con fuerza mi princesa azul, resbalan por sus mejillas lágrimas de cristal, lágrimas saladas, dejo que hable y saque todo su veneno fuera, está enfadada con el mundo, la obligaron a casarse con un hombre nauseabundo cuando ella lo que quería era viajar y conocer mundo, pero su hermano el rey de Jerusalén no le quedaba mucho de vida, y solo tuvo dos opciones, o el conde Antoine un hombre perverso con ansías de poder que quiere la guerra, que tanto busca con provocaciones su mano derecha Gilbert, o Sir Robert el hijo bastardo al que fueron a buscar y que se ganaba la vida como herrero, le propusieron desposarse y ocupar el trono con el asesinato de Antoine y dijo que no, que no llegaría a rey con las manos manchadas de sangre, y lloraba desconsolada porque no entendía nada y no era dueña de su mundo, se sentía rechazada por ambos hombres y encontraba en el espejo una mujer que la miraba con ira y envenenaba su oído con cosas que no eran verdad y que lastimaban su autoestima.

 

Ahora es la reina de Jerusalén, y la mujer a quien escribo mis letras porque ella tiene que saber que es poesía, siempre encontraba un pergamino antes de que ocupase mi lugar en la torre o en la muralla, sentía algo por ella, ella lo tenía todo para ser feliz, o para hacer feliz a un hombre, podría abandonar la Orden por el calor de su amor, pero ella era muy joven y de sangre azul, y yo era un viejo monje que le había dado su palabra a Dios hace mucho tiempo, de guardar de peligros los caminos de los pelegrinos, así que fui su amigo, me había enamorado a primera sonrisa, un flechazo directo al corazón que ya no me pertenecía, como su sonrisa que ahora era más mía que suya.

 

Todas las lágrimas de cristal que derramaste, chocaron contra el suelo en mil pedazos convirtiéndose sus cristales en estrellas que podrás ver brillar esta noche, cada una será un hijo o una hija, serán todas tuyas porque nacieron de tu alma, y olerán a flores como la flor de tu rostro y de tus labios rojos, y serán poesía como tus ojos, en cuanto se vaya la luz del día, vendrán con la luna y su cielo azabache a cientos, a miles, como si salieran de tu sonrisa y nadie habrá visto jamás una noche con tantos luceros y tan brillantes, eres la más bonita de las rosas, que nunca se te olvide, lo más bonito del universo.

Mérida fue corriendo al muro pero su amigo no estaba, lo vio marchar a lo lejos, hoy era ese día del mes donde le dejaban salir del castillo, y lo sentía tan cercano y tan suyo que ya extrañaba tenerlo de regreso, a salvo de los peligros, con una sonrisa que no le cabía en el pecho.

 

Antonio cintas anguas

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