no lo hagas
NO LO HAGAS
La mañana era calurosa, como
casi todas las mañanas en este infierno, cantaban alegren los pájaros y la
ciudad comenzaba a despertarse, aunque pronto quedó atrás, nos dirigíamos a los
caminos para proteger a los peregrinos, que bien se sentía poder abandonar los
muros y poder sentir la brisa en la cara, respirar profundo y llenar los
pulmones de libertad, si estaba contento era por mi montura que también estaba
castigado por mi culpa, mi verso, mi caballo negro como una noche sin estrellas
que cabalgaba feliz con la vida acariciando su cara bañada por el sol.
Una jornada tranquila y
apacible que se me hizo corta, disfrutando del cielo, de las flores de algún
árbol y de la sonrisa de algún extraño ya pronto estaríamos de regreso y volvería
al muro, sobre una duna estábamos detenidos viendo pasar una columna de
mercaderes solo una docena de soldados de Karim custodiando algo o alguien
escondido entre seda de color verde, lo demás alfombra, cacharros, una columna
de camellos acompañada de la risa de los niños, pero un día puede pasar de
feliz a sombrío en un breve instante, sobre las dunas al otro lado se
encontraba Gilbert con unos cien soldados y se lanzó sobre la columna para
provocar la ira de karim con aquella masacre.
Aún recuerdo el eco de las
palabras de Paolo, Adrián no lo hagas, somos muy pocos, y mis palabras ya
bajando la duna con mi espada tenemos el sol a la espalda, los gritos de las mujeres,
la mirada de terror de niños y hombres y luego de sorpresa al ver luchar a
cristianos contra cristianos, huyeron no se quedaron, temían por sus vidas,
gilbert ni nadie se lo esperaba y esa fue nuestra baza para la victoria y ver
huir a gilbert con sus carniceros de regreso a Jerusalén, ellos perdieron a la
mitad de sus hombres y nosotros a la mitad de la guarnición, que Dios perdone
lo que acabamos de hacer, entre oraciones dimos sepultura a nuestros hermanos,
y nos llevamos a los heridos, a mitad del camino de regreso mil soldados
enfurecidos nos apresaron, y como presos nos llevaron hasta la presencia de un
rey enfurecido y lleno de ira con sed de sangre y venganza y sir Robert y Mérida
no podían hacer nada porque aún trataban de comprender lo ocurrido.
En la sala todo eran gritos
de un rey que escupía sapos y culebras sobre Paolo, sobre Robert, sobre la
orden, y lo interrumpí para decir que yo y solo yo era el único culpable, otra
vez Paolo y sus consejos, Adrián no lo hagas, un golpe en la cabeza que no vi
venir un hilo de sangre en mi cara, un golpe a Mérida por querer acercarse y
todo espadas entre cruces rojas y blancas, entre ropas blancas contra negras, el
rey que sujeta fuerte mi cara, explícate antes de que os mate a todos, yo sirvo
al rey, los reyes vienen y van, yo sirvo al único rey, al rey del universo, al
todo poderoso, y cumplí con la promesa que le hice de defender el camino de los
peregrinos, tampoco vi venir el puñetazo, eran infieles y los otros cristianos,
me gritaban a la cara, eran inocentes y los otros asesinos respondí, blasfemia,
y estaba la sala a una chispa de una carnicería entre templarios, Gilbert se le
acerca y le susurra al oído, es el flautista, el de la reina mora, el rey sonríe,
bajad las armas, este hombre y sus compañeros redimirán sus almas en una misión
suicida.
Antonio cintas anguas
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