mis mujeres, mis niñas
MIS NIÑAS, MIS MUJERES (feliz cumpleaños) os quiero
La artista de la familia con
sus tatuajes y sus dibujos, mi heroína en enfermería en primera línea de este
nuevo mundo, mis mujeres, mis niñas.
Con las que a pesar de la
diferencia de edad, iba de botellona y las miraban con envidia, hombres y
mujeres porque nunca con vestidos tan cortos se puede ser más divina. Mis gogos,
las que se arrimaban tanto en sus bailes que aun recuerdo las risas y todos los
tíos mirando soñando con ocupar mi lugar y ellas que lo sabían más se
arrimaban.
Mis bailarinas que se movían
también que los babosos querían tocarlas y alguna vez han pasado las dos por
mis novias, esa es mi novia, ¿y la otra? Y la otra también, no me lo creo te
llaman primo, acabo de salir del talego y me voy a dar un homenaje o te vas o
te clavo un punzón en la frente como hice con el último, y se iban, no se
enteraban de esas cosas, al rato era un bocadillo bailando las dos a cada lado
de mi cuerpo.
Las del Bombay que todavía me
acuerdo que papa y que resaca me tumbaron las dos que por edad se supone que
las cuidaba, y era el primero que se emborrachaba, el ponte detrás primo que el
vestido es muy corto, y sí era muy corto y se veían sus infinitas piernas
porque siempre regresaban descalzas con los zapatos en las manos, en una fiesta
de navidad épica alguna de las dos se pasó y bailó tocándome el culo por el
alcohol, no pasa nada prima yo también estaba trompa y como os parecíais tanto
no recuerdo quien fue de las dos.
Las cosconas de la playa que
les gustaban las caricias suaves en los brazos o en el vientre cuando con la
yema de mis dedos tocaba esa piel joven de hada y se quedaba dormida, alguna
suspiraba un poco más fuerte o soltaba un suspiro en ese cuerpo de poesía
erótica y hacían saltar a la pepa.
A mis mujeres, porque ya hace
mucho que dejaron de ser niñas y cada una eligió un camino según su
personalidad y luchan desde siempre por lo que aman y sienten, mis dos
madrazas, que siguen brillando como dos estrellas del cielo, tan hermosas,
sensuales y guapas, como aquellas salidas de otoño y de invierno y de las
fiestas de verano en la casa de la playa, donde podía ver amanecer camino de
regreso a casa, y los atardeceres más bonitos rascando de mis dos ángeles las
alas de su espalda.
Antonio cintas anguas
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