Saturday, September 28, 2013

un mal sueño

  • Sentía un dolor intenso, se sentía aturdido, confuso, no sabia bien ni donde estaba, todo daba vueltas a su alrededor, a su cabeza venian imagenes de personas y vivencias vividas pero no sabia si eran reales o era todo un sueño, un mal sueño, y que de un momento a otro despertaría de esa pesadilla y todo estarìa bien y la vida seria de color rosa.

  • Sentía unos dolores muy fuertes por todo su cuerpo, hasta el alma le dolía, siempre habia sido asi desde que tenia memoria, no sabia si tenia los ojos abiertos o cerrados, si estaba vivo o muerto, si dormia o estaba despierto. A veces sentía que estaba en el infierno, cuando el dolor era insoportable llegaba a sentir el azufre de las llamas quemando su piel y quebrando su voluntad, en otras ocasiones sentia estar en un pasillo muy oscuro donde no podia verse ni a si mismo y solo podia oir el sonido de su respiracion y el de sus pasos y el ruido del silencio, sí ahora sabia que el silencio tiene sonido y su ruido duele tanto como el de los gritos.

  • Echaba de menos a sara, era su angel de la guarda, su amiga, su alma gemela, el centro de su universo y de sus fuerzas y esperanzas desde el mismo dia que la conocio, sí, sara debia ser un angel que bajó de los cielos para salvarlo de aquel infierno y que al no lograrlo se quedó a su lado para que su amor y su cariño fuesen su consuelo, amaba a sara y nunca se lo habia dicho, y aunque aquel angel hermoso lo sabia o lo intuia porque tenia el don de saberlo todo, ese amor y su devocion era su secreto.
  • Vio un destello de luz a lo lejos, se fue acercando y abrio los ojos, los ojos se cegaron ante aquel resplandor, estaba en una cama amplia, de nobles maderas y de gruesas mantas, la estancia era grande y a la vez sencilla con una ventana por donde entraba una luz blanca iluminandolo todo, habia un aparador parecia antiguo, un armario pequeño, y un atrapa sueños sobre su cabeza. Una mujer joven y hermosa le sostenia las manos, le miraba fijamente con sus oscuros ojos marrones, llevaba una tunica color vainilla con ricos bordados amarillos en las mangas, mas que una tunica parecia que llevaba una saya, realmente era una mujer increiblemente bella, con un pelo castaño y largo que llevaba atado en forma de trenzas que le alcanzaba hasta la cintura, una niña pequeña estaba a su lado sin decir nada pero no tuvo tiempo de verla porque la enviaron enseguida a buscar al doctor.

  • Por fin has abierto los ojos, ¿como te sientes? Soy yo, miriam, tu esposa, dime algo amor. Se sentía aturdido, se sentía confuso, sentía sueño mucho sueño, no sabia si aquello era real o si lo estaba soñando, solo sentia mucho mucho sueño, cerro los ojos, vio el rostro de miriam bañado en lagrimas y apretando fuerte sus manos, caia en un sueño profundo, todo volvia a ponerse negro, oia los gritos de miriam ya lejanos, no, noo, no te vayas, no me dejes, samuel, samuel, nooooooo.
  •  
  • Se sentia pesado muy pesado, fue tragado por una oscuridad tenebrosa y profunda, no sabia donde estaba, solo queria dormir, dormia y no oia nada, sentia que se hundia como una roca pesada hasta lo mas profundo de no sabia bien que, ¿estaba muerto, viviendo, o soñando?
  •  
  • Sentía un dolor intenso, se sentía aturdido, confuso, no sabia bien ni donde estaba, todo daba vueltas a su alrededor, a su cabeza venian imagenes de personas y vivencias vividas pero no sabia si eran reales o era todo un sueño, un mal sueño, y que de un momento a otro despertaria de esa pesadilla y todo estaria bien y la vida seria de color de rosa.
  •  
  • mapashito 
     
    antonio cintas anguas
  • Saturday, September 07, 2013

    algo diferente

    Se asomó a la balustrada la ciudad bullia de gente y de puestos, los niños gritaban jugando entre las calles estrechas, las mujeres se agolpaban en los tenderetes de la ciudad, era verdad que la casa tenia unas increibles vistas, se podia ver las imponentes y milenarias murallas que la rodeaban, la ciudad tenia un color especial bañada por la luz del sol, aquella ciudad le resultaba muy espiritual todo a su alrededor tenia algo mistico, algo magico que no sabia como explicar con palabras.
    Miró hacia el portón a la caravana que penetraba en la ciudad con sus camellos, caballos, gentes y mercaderias con vivos colores, y fue entonces cuando la vio llegar en un dromedario de pelaje blanco como la nieve envuelta entre tules y gasas de color rosa, su corazón comenzó a latir más deprisa, bajó a la puerta de su casa a recibirla ya sabia quien era, su padre habia acordado con un mercader cuando el era niño que llegado el dia acordado se casaria con su hija, ese dia habia llegado, no sabia nada de ella, era una completa desconocida le hubiese gustado poder elegir con quien casarse pero no podia renunciar a aquel acuerdo por el honor de la familia, y menos ahora que tras la muerte de su padre le habia tocado toda la responsabilidad al ser el unico hijo varón, en la entrada ya esperaban su hermana y su madre estaban tambien nerviosas pero lo disimulaban tras una amplia sonrisa, era un dia muy importante para la familia.
    El mercader caminaba agarrado de la mano de su hija, poco a poco se iban acercando, su corazón latia cada vez más deprisa y cada vez más fuerte, tenia la sensación de que su corazón queria escapar y que saltaria de un momento a otro por su boca, ya estaban frente a frente se hizo el silencio que duró unos segundos, nadie decia nada, nadie hacia nada y nervioso y de un modo instintivo miró al mercader y dijo ¿y bien?.
    El mercader, un hebreo alto y tosco y de aspecto un poco descuidado lo miró fijamente como si lo hubiesen despertado de un sueño profundo, dudó unos segundos, sonrió y apartando el velo de la cara de su hija dijo, esta es mi hija sara, era una mujer realmente hermosa con unos ojos profundos y almendrados una sonrisa que seria capaz de iluminar el mundo con su luz, tenia un pelo negro largo y liso casi hasta mitad de la espalda, tenia cuerpo de mocita se veia fragil y gracil al mismo tiempo, no podia apartar los ojos de la cara de sara y de aquella mirada marron que le acariciaba el alma cada vez que sus labios sonreian, samuel supo en aquel momento que estaba enamorado y que amaría con todo su corazón a aquella mujer hasta el fin de los tiempos.
    antonio cintas anguas
    mapashito